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Aneto (3404 m)
Ficha
Imagen portada de la excursión
Fecha 12 de Junio de 2004
Tipo de excursión Alta Montaña
Dificultad F+, 13 Km., +1550m., -1550m.
Conseguida Conseguido Sí
Excursión visitada 2421 veces ( 1 esta semana )

Crónica

Viernes a 11-6-2004. Después de muchas consultas sobre el estado del tiempo y la cantidad de nieve en los Pirineos durante la semana, salimos cuatro de los veintiséis miembros del grupo desde Barcelona, con el objetivo de realizar el pico del Aneto y su temido “Paso de Mahoma”. Anabel, Joan Jordi, Darío y el que firma esta crónica. Además, y como añadidura, contamos con un quinto componente, Cristina, que demostraría más adelante su resistencia en montaña. (a ver quien es capaz de seguirla)

Algunos iban con el pico ya conseguido en la salida del 2002 como Darío, y otros con la espina clavada de haber alcanzado la cumbre con anterioridad y no haber realizado el último paso, el de Mahoma, como es mi caso y el de Joan Jordi.

Con el objetivo de llegar con tiempo al refugio y poder cenar allí, salimos a las cuatro de la tarde de la diagonal de Barcelona, para coger la A-2 con dirección Lérida, la cual abandonaríamos justo antes de llegar para desviarnos dirección a Benasque por la N-230, N-123. Todo recto y sin pérdidas.

El por qué de escoger esta vez el refugio del aneto, conocido como “La Renclusa”, en lugar de las comodidades del camping “El Aneto” como se había realizado en ocasiones anteriores, era el de ganar tiempo en la salida, lo cual ha quedado patente ya que el tiempo ahorrado en desplazamientos fue prácticamente de una hora a hora y media.

Centrándonos en la crónica, una vez pasado Benasque, y debido a que todavía no se considera temporada alta, está permitido entrar con el coche hasta el aparcamiento del refugio (bueno, a 40 minutos del mismo), ya que en temporada alta se debe dejar el coche como muy cerca en el aparcamiento del hospital de Benasque y coger un autobús hasta el otro.

Después de aparcar los coches, algunos más cerca que otros del inicio del camino, debido a las bondades de los todo terreno al poder atravesar riachuelos, abandonamos la ropa de sport y nos equipamos con nuestra vestimenta de travesía, camiseta Rocs&Pics incluida. En total, unas 4 horas y media de viaje, pues llegamos al aparcamiento sobre las 20:30.

Todo listo, comenzamos la primera caminata, precalentamiento mejor dicho de la ascensión que será al día siguiente, en dirección al refugio, al que tararemos unos 40 minutos en llegar, con paso tranquilo y disfrutando que todavía es de día y se puede apreciar todo el paisaje en su esplendor, con sol bajo y unos tonos rojizos dignos del atardecer en las montañas.

Poco a poco el refugio se acercaba hasta que llegamos la cabeza del grupo, Darío y yo, y posteriormente el resto, sobre las 21:10, cansados del viaje en coche y la caminata hasta el refugio, y con mucha hambre. La solución para lo primero, dormir, pero antes de eso tenía que venir la solución a lo segundo, la cena que nos esperaba en el refugio, tres platos más postre, que sólo disfrutamos los tres miembros que estuvimos dispuestos a pagar por ellos, pero el vino para entrar en calor cayó en las cinco gargantas.

Entre comentarios, gritos e historias, se hicieron las 23:00 y las camas nos llamaban, ya que había que levantarse aproximadamente a eso de las 5 de la mañana. Menciono aproximadamente porque a las 4 de la mañana ya comenzaba a levantarse gente de la habitación, algunos con más ruido que otros y el dormir se hacía imposible, si es que se había podido dormir algo antes entre ronquidos, calor y linternas de gente yendo al lavabo. En este punto, Anabel y Cristina nos demostraron lo útiles que pueden llegar a ser unos tapones para los oídos y una mascara para dormir, ya que el que suscribe estas líneas no durmió nada.

Sábado 12-5-2004. 5 AM. Después del movimiento de la gente comenzado a las 4:30, nos levantamos el grupo para vestirnos y almorzar a las 5:15. Un poco de pan tostado con mermelada, mantequilla y otros condimentos, galletas, magdalenas, zumo de naranja y, eso sí, mucho café para comenzar el día con fuerzas. Se hacen las 6 de la mañana y el día comienza a clarear, es hora de salir hacia la cumbre saliendo de los aproximadamente 2100 metros de altura del refugio.

Comenzamos a caminar a eso de las 6:10 de la mañana, y a los 5 minutos tenemos que volver a parara para colocarnos los crampones, ya que la nieve comienza prácticamente en el refugio. Su profundidad en estas fechas ya no es excesiva (entre medio metro y un metro) pero hay que vigilar los resbalones. La nieve es dura todavía y los crampones nos ayudarán mucho en nuestra subida.

Seguimos las huellas que ya hay marcadas en la nieve por toda la gente que ha salido antes que nosotros, y la que seguirán todos los que también subirán detrás de nosotros. Hay una clara diferencia entre los que suben con esquís de fondo, en un claro zig-zag, y los que suben con crampones que van en línea recta. Para nuestro caso preferimos seguir los pasos de los segundos, con alguna excepción en ocasiones para guardar fondo.

La subida hacia el cruce entre el Portillón inferior y el Portillón superior, por la que tendremos que bajar posteriormente se hace larga y pesada. A pesar de haber nieve y habernos evitado el tener que trepar por todo un campo de piedras y rocas, es como estar subiendo por unas escaleras interminables, o al menos eso opinaban mis gemelos. En cabeza, Joan Jordi y Cristina, demostrando gran resistencia, con Darío en medio y cerrando filas Anabel y yo, eso si no tenemos en cuenta toda la gente que iba por delante y detrás nuestro, ya que parecía la rambla de Barcelona.

Superado el primer tramo, uno de los dos más duros, con unos 600 metros de desnivel, llegamos al portillón superior, sin abandonar nunca la nieve. Es desde este punto donde se ve todo el tramo que queda por recorrer y por primera vez el pico del Aneto, el cual no dejaremos de ver durante el resto del viaje, siempre ahí, pero nunca se acerca. Llevamos unas 2:10 de camino.

Toca un descanso merecido y reponer fuerzas. Unos frutos secos, galletas de chocolate, zumo, cereales y como no, agua. Un poco de descanso para las piernas y rodillas y a continuar con el resto del camino.

8:30 AM. Segunda ascensión. Una vez pasado el Portillón, continuamos por el camino marcado por los esquiadores de montaña, liso y plano, lo cual es de agradecer por los tobillos que llevan calzados crampones. La ascensión se convierte en una lenta caminata, mas o menos inclinada en determinados momentos, pero llevadera. Poco a poco vamos subiendo por la ladera y el glaciar, hasta llegar al collado de coronas, en donde hacemos otra parada antes del último tramo, el más duro.

Recuperadas las energías, nos disponemos a afrontar la subida al pico del Aneto. Estamos a 3050 metros de altura aproximadamente, y hay que subir 350 metros de desnivel en muy poco trecho; a partir de ese momento la ascensión se vuelve muy vertical y se une a la falta de oxigeno de la altura. Comenzamos a respirar más rápido para suplir esa carencia. En cabeza, Darío y yo, y cerrando la formación, Cristina, Anabel y Joan Jordi.

Los pasos se hacen lentos y costosos y las rodillas sufren, ya no hay descanso hasta alcanzar la cumbre previa al paso de Mahoma, a media ascensión del pico decidimos seguir las huellas de los esquiadores de montaña, menos verticales y más llevaderas, pero conllevan un problema, son las 10:30 de la mañana y el sol está dando desde las 7, la nieve comienza a ser blanda y nos comenzamos a hundir hasta los tobillos cada paso que damos, al cabo del rato decidimos volver sobre las pisadas de crampones, sobre la nieve ya pisada.

Un último esfuerzo y la última subida vertical, muy dura, antes de alcanzar el llano de la cumbre. Llegamos por este orden: yo, Darío, Cristina, Anabel y Joan Jordi, lo que nos da a Darío y a mí tiempo para contemplar el paso de Mahoma, a rebosar de gente y al que sólo le falta un guardia de tráfico para regular quien sube y quien baja. Son las 11 de la mañana.

Una vez todos ante el paso que, la verdad, impone si no lo has pasado nunca, conseguimos que un compañero de montaña que ya había pasado otras veces, nos hiciera de guía marcándonos los puntos de apoyo en las rocas, ya que en algunos puntos, te quedabas sujeto de manos y con un pie pero dejabas por debajo la caída, y sólo la caída que había porque no había ningún saliente mas. Lo importante es tener siempre tres puntos de sujeción, y eso el paso de Mahoma lo ofrece, además de roca porosa en la que es muy difícil de resbalar. Paso a paso, uno tras otro fuimos realizando el paso y todos pudimos llegar a la cruz del Aneto, con la consiguiente alegría; cinco comenzaron y cinco llegaron a la cruz.

Pasamos un rato en la cima, contemplando las vistas, ya que hacía un día magnífico y todas las nubes quedaban por debajo de nosotros, mirando los diferentes “adornos” que hay por el pico, ya que no se han limitado a una cruz, sino a otros santos y leyendo la cantidad de “estampitas” pegadas en la cruz, a la cual sólo le falta un anuncio de “vendo casa con vistas al Pirineo”. Y tras unos momentos de relax, comenzamos la vuelta, otra vez por el paso, pero con mucha más confianza ahora que ya lo habíamos realizado una vez.

A partir de aquí, todo consistía en volver a realizar el camino andado al revés y cuesta abajo, lo cual se nos hizo largo y monótono, salvo por algunas anécdotas. Los primeros instantes de bajada con los crampones estuvieron llenos de resbalones, de entra los cuales Cristina casi baja el Aneto “de culo” literalmente, y Darío protagonizó varias paradas con motivo de recolocárselos, ya que se le salían constantemente.

Todo el camino seguía con su monotonía, bajar el pico, traspasar el glaciar y volver al cruce entre los dos Portillones, para salir al otro lado. Este punto de inflexión, se caracterizó por tener que subir entre los dos Portillones por tierra y nieve blanda en donde era muy fácil de resbalar. Tras esto, un descanso.

Un último tramo y ya estaba, a partir de ahora, siempre con la vista del refugio delante, fuimos bajando por la ladera del Portillón, eso sí, entre la una y las tres de la tarde, cuando el sol ya había estado dando de lleno en la nieve y ésta estaba terriblemente blanda. Esto nos llevó a dar muchos traspiés, incluida una bajada de culo de Darío de unos 200 metros a propósito, claro, con tal de no tener que andar, en la que partió uno de sus bastones en dos. Todo esto sin contar el hundirse hasta la cintura en algún momento o dejar una pierna inmovilizada porque se había hundido medio metro en la nieve. La verdad, es que se agradeció mucho llegar a la hierba verde.

Quisimos hacer un alto al quitarnos los crampones y descansar, ya a poco más de 200 metros del refugio, pero durante toda la bajada el cielo se había ido cerrando por unas nubes negras que amenazaban lluvia, la cual se hizo presente en ese mismo momento. Fueron cuatro gotas, pero las suficientes como para recordarnos que después del refugio nos quedaban 40 minutos de bajada hasta el coche.

Una vez en el refugio, sólo quedaba recoger las cosas que habíamos dejado por la mañana y, como no, pagar la estancia. Después comenzamos el camino de bajada hasta los coches, ya con mucha tranquilidad, risas y comentarios. La lluvia no volvió a ha hacer acto de presencia y fue un retorno tranquilo.

En los coches, ya sólo quedaba cambiarse y volver. Aquí los caminos se separaron en 2, los que se quedaban: Anabel, Cristina y Joan Jordi, y los que se tenían que ir: Darío y yo. Los acompañamos hasta el camping del Aneto para que reservaran camas y nos fuimos a tomar algo celebrando la ascensión.

Al día siguiente, los que se quedaron protagonizaron una caminata de 7 horas al refugio de Estós, pero eso, es otra historia.

El subir con nieve y no subir los primeros nos permitió subir como si por un sendero de nieve se tratara, lo más duro fue la longitud del trayecto y el repechón final hasta el pico. El paso de Mahoma son tan sólo los últimos 20 metros y dejo a la elección del montañero el pasarlo o no.

by Javi

Participantes

Picos

Otros


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