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Aiguille du Goûter (3863 m) - Le Grande Bosse (4513 m) - Le Petite Bosse (4547 m) - Mont-Blanc (4807 m)
Ficha
Imagen portada de la excursión
Fecha 19 de Julio de 2006
Tipo de excursión Alpinismo
Dificultad PD-, +2450m., -2450m.
Conseguida Conseguido Sí
Excursión visitada 5463 veces ( 1 esta semana )

Resumen

Por 'Goûter'.

Crónica

Hacía años que la idea de subir al Mont-Blanc (4807 m) resonaba en mi cabeza, tal vez desde aquella vez que fuimos a Benasque (una de tantas) a subir no sé qué pico y salió una conversación en el coche junto con Maranyon, sí creo que fue desde aquella vez, una de tantas conversaciones montañeras, desde que tengo grabado el nombre del Mont-Blanc en mi mente.

Este reto, en principio, se tenía que haber hecho el año pasado, pero por algún tipo de problema no pudo ser, así que este año volvía a resonar dicho reto, y esta vez no se nos podía escapar, por lo menos el intentarlo ...

Sabíamos que es un pico difícil, habíamos leído mil y una historias por Internet, sabíamos que la meteorología podía dar con nuestros planes al traste en un abrir y cerrar de ojos, pero la ilusión era evidente.

Desde comienzos del año 2006 íbamos hablando los 3 componentes de la futura cordada e íbamos preparando y comprando poco a poco todo lo que nos iba haciendo falta, la tienda de Vèrtic en Sabadell se convirtió en nuestro lugar de peregrinaje habitual en fin de semana para comprar comida liofilizada, pantalones, calcetines, camisetas térmicas, mallas, infiernillos y un sin fin de cosas más ... cada vez que me acercaba por Sabadell, no sé por qué motivo, la tarjeta de crédito se escondía y desaparecía misteriosamente ... je, je, ...

Poco a poco, se acercaba el día deseado, el 15 de Julio del 2006, aunque por problemas de viajes de Jotas todo se retrasó un día más, y la ansiada salida se produjo el día 16 de Julio, un día más tarde de lo previsto, aunque no pasaba nada, ya que llevábamos una semana entera para intentar llegar a la cima, así que si la meteorología era propicia, teníamos muchas posibilidades de conseguir nuestro objetivo.

El plan era claro, tras alguna que otra reunión en Terrassa, habíamos decidido seguir la ruta normal, coger el Tramway du Mont Blanc en La Fayet que nos dejaría en Nid d'Aigle (2372 m), desde aquí ya sólo dependeríamos de nosotros mismos, en ese mismo día tendríamos que llegar hasta el refugio de Tête Rousse (3167 m) salvando así unos 800 metros de desnivel, esta etapa se suponía fácil y sin problemas. Al día siguiente subiríamos al Refugio de Le Goûter (3817 m) salvando 650 metros de desnivel. Y por último, al tercer día intentaríamos salvar casi los 1000 metros restantes de desnivel hasta la cima del Mont-Blanc. Todo estaba claro y no había lugar a dudas. Sabíamos que se podía hacer en menos tiempo, pero íbamos sin ningún tipo de prisa ya que llevábamos los días suficientes para conseguir la cima.

Habíamos quedado para salir a las 4 de la mañana del día 16 de Julio del 2006, un bonito Domingo, aunque entre unas cosas y otras, al final salimos sobre las 5 de la mañana ... Como siempre, el camino de ida siempre se hace más corto que el camino de vuelta, quizás por el cansancio acumulado o quizás por la emoción de saber qué pasará ...

Cogimos la A-7 hasta Perpignan, esta vez no íbamos a escatimar en dinero y cogeríamos todos los peajes que encontráramos por delante ... grrrrrrrrrr!!!! así que nos íbamos a dejar un dineral, pero llegaríamos antes a nuestro ansiado destino, que no era otro que el camping Bornand de Megève. En Francia cogeríamos la A-9 para pasar cerca de Béziers, Montpellier y Nîmes, los peajes aquí son caros, más de 14 euros cada vez ... tras esto cogemos la A-7 para pasar cerca de Grenoble, Genève, Valence ... una vez en Valence nos desviaremos en busca de la A-49 que nos conducirá a Albertville, donde a la vuelta disfrutaremos del paso del Tour, justo el día en que Floyd Landis hizo una escapada que quedará para la historia (por su dopaje). Los peajes ahora se han reducido a la mitad, entre 7 y 8 euros cada vez que tocaba soltar billetes (RUTA: Llegada --> Megève [Francia]).

Sobre las 14:30 y tras haber pagado unos 54 euros de peajes llegábamos a nuestro camping, eso sí, nos había costado encontrarlo un poco y nos habían hecho dar una vuelta grandísima subiendo a algún que otro puerto con el coche debido a que la carretera principal estaba cortada, todo y con eso, tardamos unas 9 horas y media, incluyendo las pequeñas paradas que hicimos y los cambios de conductor, en ningún momento sobrepasamos los límites de velocidad establecidos, ya que en Francia tienen muchos radares a la expectativa ...

Jotas, que es el único que habla algo de Francés, charla con el dueño del camping y consigue un sitio más o menos con sombra, justo al lado de un arbolito. Yo aprovecho y busco un sitio con cobertura para llamar a mi mujer y decirle que he llegado bien, la verdad es que hemos llegado bastante rapidito, pero así tendremos más tiempo para descansar.

Llevamos el coche al lado de donde pondremos la tienda, la verdad es que el coche, de momento, se lleva toda la sombra del sitio, pero no pasa nada. Comemos algo, probamos el infiernillo y yo pruebo a ver cómo está la comida liofilizada, la verdad es que está bastante buena, y sólo pesa 80 gramos, es algo cara pero creo que merece la pena si la mochila es muy grande y con muchas cosas (como es en nuestro caso).

Tras la comida, la tarde amenaza tormenta, pero no llega a llover sobre nosotros en ningún momento, Lluís aprovecha para dormir un rato en el coche, está cansado y hay que recobrar fuerzas para lo que se nos avecina, todo va muy bien hasta el momento ... Jotas y yo aprovechamos para hacer alguna clase práctica de nudos y cuerda, aunque más bien soy yo el que los hace y Jotas mira con atención, nudo corazón, ocho, ocho por seno, intentamos el Polipasto, ... en fin, practicamos lo básico e indispensable, aunque será mejor no tener que usarlo. También nos da tiempo a hacer alguna que otra conjetura sobre cuál puede ser el Mont-Blanc de los muchos picos que vemos, ya que en la web del camping pone que tiene vistas a dicho macizo (aunque más tarde comprobamos que no es así, ya que el macizo en cuestión queda por detrás de la ladera de la montaña en la que está situado nuestro camping y no se ve desde nuestra posición ¡es una lástima!).

Después de la clase práctica comenzamos otra vez a montar la mochila, es demasiado grande y pesada y hay que volver a revisar y montar todo otra vez, mi mochila es de 65 litros, la del Jotas de 45 litros y la de Lluís de 60 litros, la montamos una y otra vez, y nos reímos una y mil veces al ver cómo queda todo, es imposible meter todo lo que queremos en dichas mochilas, la mía parece un piano de cola y la del Jotas parece un árbol de Navidad, toda llena de recolguines por todos lados ... ja, ja, ... todo eran risas y cachondeo hasta el momento. Seguimos sacando cosas de la mochila como desesperados, sacamos algún calcetín, alguna camiseta, alguna lata de comida, alguna barrita, ... poco a poco todo va entrando en su interior pero sigue sin caber todo lo que queremos subir. Por fin Lluís también se despierta de su letargo y comienza a montar también su mochila, más y más risas nos echamos, en vez de mochilas parecen rascacielos.

Una vez todo está montado, es tiempo para que Lluís monte sus crampones, para lo cual se lleva un buen rato, ya que parece algo complicado, sobre todo montar los antiboots. Tras esto nos pegamos una ducha y comienza el montaje de la tienda ultra ligera del Jotas, la verdad es que se monta muy rápido y en 15 minutos ya está todo montado. Lluís y yo optamos por no volver a desmontar la mochila para tener que sacar el saco de ella y optamos por dormir sobre la esterilla "a pelo", con un poco de suerte y estando 3 personas en la tienda igual no hace ni frío.

Cenamos un poco, yo vuelvo a tirar de comida liofilizada y tras otras cuantas risas, y aún siendo de día, nos vamos a acostar, Lluís y yo sobre las esterilla, Jotas se entra su saco en forma de balón de fútbol de reglamento que todavía no abre. El calor y las estrecheces son la tónica general, sobre todo debido a mi gran volumen corporal, no hay manera de pillar una posición para dormir, y eso que yo tengo una pequeña almohadita inchable. Lluís ni siente ni padece, y a pesar de que su esterilla está a medio inflar debido a que se ha petado interiormente, se queda frito enseguida ... Jotas y yo luchamos por una posición, pero al final, el pobre Jotas opta por emigrar fuera y sacrificarse así para que los demás durmamos con más anchura, todo un detalle.

A las 5 AM toca mi reloj, todo y que el Jotas no está muy de acuerdo con levantarse tan temprano para coger el primer tren que sube hacia Nid d'Aigle, finalmente logramos convencerlo tras mucho insistir Lluís y yo. Desayunamos leche con cereales y alguna barrita, desmontamos la tienda y abandonamos el camping (lo habíamos dejado pagado el día anterior, unos 5 euros por persona) para dirigirnos a La Fayet.

Cogemos el coche y pasamos primeramente por St. Gervais, es temprano y no se ve mucho movimiento de montañeros, por lo que Lluís dice que podríamos coger allí mismo el tren, yo según había leído en alguna que otra crónica, creía que el Tramway du Mont-Blanc vendría lleno de La Fayet, aunque parece que por esta vez me confundí y vista la gente que subimos aquel día, hubiera sido posible cogerlo también en St. Gervais, aunque mejor no arriesgarse. Lo dicho, bajamos hasta La Fayet y buscamos la estación del Tramway du Mont-Blanc, que está al lado de la estación de tren, vimos la pequeña caseta donde se sacaban los billetes, a 584 metros de altitud, todavía estaba cerrada ya que no eran ni las 7 AM. Buscamos un aparcamiento por allí cerca para el coche, dejamos los mochilones en el maletero y nos vamos cerca de la pequeña caseta a esperar que abran la ventanilla.

Sigue sin haber demasiado movimiento montañero por allí, pero a las 7 AM abren la ventanilla y cogemos los primeros billetes del día para subir a las 7:45 AM, en el primer cremallera que sube, el precio es de 23,50 euros por persona (viaje de ida y vuelta), decir que desde 1995 hasta el 2001 costaba 21 euros según nuestras fuentes, en 2004 pasó a costar 22 euros, por tanto, ir prevenidos para otra posible subida en años venideros. Parece que ahora comienza a venir más gente con mochilas, ya creíamos que seríamos los únicos, llega alguna que otra furgoneta cargada de gente, coches, ... aún así, el cremallera no se llenó en La Fayet ... a las 7:35 aparece nuestro cremallera, nuestro billete hacia el Mont-Blanc, Jotas y yo ya estábamos preparados para subir a él, pero Lluís aún estaba en el coche, así que aprovechamos para hacernos alguna que otra foto antes de subir, nuestras miradas buscaban a Lluís pero no lo veíamos, mientras la gente iba subiendo al cremallera ... por fin, Lluís aparece con su mochilón y los 3 juntos subimos al cremallera, dejamos nuestras mochilas en un rincón y nos sentamos justo al lado del maquinista, que por cierto, conduce desde la parte de atrás del cremallera, es decir, para subir, la máquina empuja a los vagones, no los arrastra como sería lo normal.

Escuchamos algún que otro comentario en Castellano, ¡qué alivio! Con puntualidad inglesa, el cremallera se pone en marcha a las 7:45 AM, comenzamos un pequeño tour por La Fayet para enseguida subir hacia St. Gervais, hay tramos en que la inclinación de la vía es muy fuerte, vamos pasando casitas alpinas muy bonitas, la gente en sus huertos, los niños corretean, pero poco a poco vamos dejando toda esta vida atrás, abajo, a 584 metros de altitud. Si vais en coche y escuchais un pitido, ¡cuidado!, seguramente será el cremallera que pita cuando pasa por algún paso a nivel, no hay barreras, así que si os pilla en medio de la vía es muy probable que os lleve por delante, además, como ya he dicho antes, el conductor va detrás y tiene poca visibilidad.

Tras 10 minutos llegamos a St. Gervais, el cremallera se para y sube más gente, 5 minutos después y tras haber cargado pan (suponemos que será para los restaurantes que hay más arriba en las paradas) continuamos nuestra marcha, poco a poco abandonamos las casas y nos adentramos en bosque, cada vez pasamos menos carreteras, se sabe que vamos a pasar por una por el pitido que emite la máquina cada vez que llegamos a un paso a nivel ... seguimos subiendo y subiendo, yo aprovecho y me bebo un Red Bull acompañado de un Twix, buenísimo para el paladar ... otra parada más en Motivon, en Col de Voza, en Belleveu ... ya no hay árboles, sólo vemos montaña pelada por encima de nuestra posición, y por fin, a las 9:00 AM llegamos a Nid d'Aigle (2372 metros de altitud), decir que el refugio-restaurante que allí hay, en esta fecha, está cerrado por mejoras y remodelación del mismo.

Ya no hay prisa, tan sólo queda superar 800 metros de desnivel y llegar a Tête Rousse, la demás gente se preparan rápido y cogen el camino de subida enseguida, nosotros nos echamos crema, tiramos la basura que llevamos en los cubos para tal efecto y tras unos 15 minutos comenzaremos nuestra subida.

Tenemos unas vistas magníficas, detrás nuestro quedan un montón de pueblecitos, casas, coches, ruido, en fin, detrás nuestro queda la vida normal y mundana, delante está el camino que nos hará felices o que nos hundirá en la tristeza hasta un próximo intento.

Por encima de nosotros podemos ver la Aiguille de Bionnassay (4052 m) y oímos el crujir de su magnífico glaciar, en el cual, fijándose uno un poco, se podía distinguir muchas de las partes de cualquier gran glaciar: la morrena frontal y lateral, la lengua, rimayas, grietas transversales, longitudinales y en cruz, fisuras y hasta algún que otro serac colgante, aunque también se podía apreciar el retroceso que sufre dicho glaciar debido al cambio climático, ¡una gran pena! Detrás nuestro, al fondo, podemos observar La chaîne des Fiz y La chaîne des Aravis.

Comenzamos la subida Lluís y yo, a los 5 minutos de dejar el Tramway vemos un cartel que nos indica hacia el refugio de Tête Rousse y otra dirección hacia el glaciar de Bionnassay, cogemos dirección hacia el refugio, somos los últimos de todo el gran pelotón que va delante nuestro, pero no tenemos ningún tipo de prisa, además, vamos cargados hasta los topes y esto al Jotas le afecta ralentizando un poco su marcha ... yo tiraba delante, cosa rara en mí con el peso que arrastraba, tal vez fuera el Red Bull que me dio alas o tal vez las inmensas ganas de llegar al refugio y encontrarme en un paisaje sin igual y que ni tan siquiera había soñado nunca con ver ... ¿quién me iba a decir a mí hace unos años que yo acabaría en los Alpes? Cuantos cambios da la vida y qué atentos hay que estar para aprovecharlos.

El camino es más que evidente, muy pisado y con pintura roja que indica por dónde ir sin mayores problemas. Zig-zaguea sin parar hasta abandonar la poca vegetación que ya quedaba y se adentra en una zona más rocosa. Jotas va muy cargado y reservón, y va varios minutos por detrás nuestro, aunque siempre le tenemos a la vista por si pasara cualquier cosa.

Justo a la altura de un pluviómetro, al que llegamos a eso de las 9:40 AM, el camino adquiere menos pendiente, aunque es sólo un espejismo, ya que a los 5 minutos el camino vuelve a no darnos tregua y subimos por una nueva pendiente que desemboca en la barraca forestal Des Rognes (2853 m), son las 10:15 AM, unas cabras salvajes nos dan la bienvenida a su territorio, la verdad es que no tenían ningún miedo a los turistas, ya que pasaban a menos de 10 metros de nosotros sin inmutarse. En este punto giramos hacia nuestra derecha y ya divisamos el subidón hasta Tête Rousse que se nos viene encima. Esperamos 5 minutos hasta que viene el Jotas y de paso nos rehidratamos un poco.

Una vez reagrupados comenzamos a intercambiar posibles opiniones de dónde puede estar Tête Rousse, aunque el Jotas nos sorprende diciendo que puede llegar a ver el refugio de Le Goûter, ni Lluís ni yo conseguimos verlo, pero era cierto, una vez que sabes dónde está, sabes encuadrarlo perfectamente desde la barraca forestal (incluso desde más abajo) en donde nos encontrábamos. Tras un breve break emprendemos de nuevo la marcha, pasamos un pequeño nevero muy pisado de unos 10 metros antes de afrontar el comienzo de la subida hasta Tête Rousse, las marcas rojas nos siguen guiando por el camino evidente que tenemos delante de nosotros, la verdad es que tengo que insistir en que esta primera etapa no tiene ningún tipo de posible pérdida y la puede hacer cualquier persona aún sin tener GPS ni mapa ni nada. A lo lejos divisamos la Aiguille du Plan (3673 m), que se erige cual base espacial de Star Wars, la verdad es que a lo lejos es espectacular.

A eso de las 11:00 AM comenzamos la fuerte última subida hacia Tête Rousse, antes de la cual, Jotas decide ponerse el casco por si cae alguna piedra, el resto preferimos no parar a ponérnoslo, no parece lo suficiente difícil para tener que ponérselo. Una fuerte pendiente se interpone entre nosotros y el refugio, el mucho peso de la mochila comienza a clavarse en los hombros, pero seguimos ilusionados por nuestro camino. Yo voy con mis palos intentando repartir el peso, Jotas y Lluís van sin ellos. Hay algún tramo un poco expuesto que está provisto de cable por si alguien quiere agarrarse para ir más seguro, la verdad es que se agradece, aunque nosotros no lo llegamos a usar de subida.

Tras media hora de subida, llegamos a una especie de descanso con mucha menos pendiente y con una cruz al lado del camino, la pasamos de largo y comenzamos la otra pequeña pendiente que se nos avecina. En un cuarto de hora más acabamos dicha última subida y ya divisamos el refugio, para llegar a él tendremos que atravesar un gran nevero muy pisado. Abajo, en el valle, podemos ver el bonito pueblo de Chamonix

Lluís y Jotas llegan al punto en donde hay que desviarse a la derecha por el nevero hasta llegar al refugio o seguir hacia arriba, hacia el Grand Couloir (3300 m) o más comúnmente conocida con el nombre de “la Bolera”. Los veo indecisos y no saben muy bien qué camino coger, nuestro plan inicial en esta parte era un poco abierto, si estamos bien seguimos hacia arriba y sino plantamos la tienda en Tête Rousse, yo no quería pararme en aquel punto e insisto en preguntar qué dirección cojo, creo escuchar al Jotas que me dirija hacia el refugio, y puesto que yo también tenía esa intención, sigo dicho comentario y me adentro por el nevero hasta el refugio, no me paro ni a ponerme los crampones ya que está muy pisado y la pendiente es muy poca.

Llego al final del nevero a las 12:10, y al refugio llego 5 minutos más tarde. La mochila me sigue haciendo daño en la espalda y las botas comienzan a rozarme en los dedos y las uñas de los pies (una mala compra de tantas que he hecho, pero hay que sacarlas provecho aunque me queden algo justas).

Subo la escalinata metálica, dejo mi mochila encima de una mesa de la entrada y espero a que vengan mis compañeros de cordada. Cuando llega Lluís, me comenta que porqué no me había esperado en el cruce antes del nevero, ¡glup!, yo creía haber dejado claro que tirábamos hacia el refugio, bueno, la cosa se queda en un intercambio de creencias ...

Justo en ese momento y antes de entrar al refugio, conocemos a 3 o 4 personas que bajan de la cima, son Catalanes y nos cuentan su ascensión, habían subida desde Tête Rousse hasta la cima de una sola tacada, superando 1800 metros de desnivel y saliendo para ello a la 1 de la madrugada ... ¡madre mía! ¡vaya palizón!, aunque oyéndoles parece todo bastante asequible, que quede claro que eran buena gente, pero ¡maldita sea la hora en que les conocimos y escuchamos la historia de su ascensión! Jotas asimiló muy bien dicho plan y lo propuso para nuestro ataque a la cima al día siguiente, yo aún no lo tenía claro, Lluís tampoco dice nada, primero debemos descansar y luego pensamos con calma qué hacer ...

Entramos los 3 al refugio y ¡guau!, qué limpio, qué bien huele y qué bonito y nuevo está todo. Comentamos si acampar fuera o ver si hay plazas libres en el interior del refugio, Jotas, que es el que domina más el francés, le pregunta al guarda, un tío muy simpático, en realidad todos los del refugio lo son, son todos la mar de majos ... el guarda nos dice que sí, que hay plazas, así que decidimos abandonar la idea de acampar fuera, sobre las piedras y dormir más blandito y calentito en el interior del refugio, esto rompe un poco el plan de Lluís, ya que él quería dormir en la tienda, le hacía bastante ilusión, pero la mayoría ha decidido un vez más. Los federados (Lluís y yo), pagamos 41 euros por cenar, dormir y desayunar, Jotas, que no está federado, paga 10 euros más.

Dejamos las mochilas en las taquillas (que van con 1 euro, igual que en la mayoría de gimnasios) y entramos al comedor a beber algo. Las vistas desde dentro hacia el glaciar de Bionnassay son espectaculares, en lo alto corona dicho glaciar la Aiguille de Bionnassay (4052 m).

Poco a poco, los planes van quedando más y más claros, parece que atacaremos mañana la cima saliendo desde este refugio y comenzando de madrugada. Jotas y Lluís se van a explorar un poco el camino de subida, y de paso observar “en acción” la temible Bolera, yo, de momento, prefiero quedarme descansando y preparando la mochila de mañana. Y eso hago, comienzo a sacar peso de la mochila, peso inútil, quito el saco, el exceso de comida, quito la esterilla, quito cremas y toallitas, quito ropa, ... y dejo las cintas de anillo, los mosquetones, un rapelador, gorros, guantes, agua, unas barritas, dátiles, 2 gafas de sol, frontal, el Gore-Tex® con polar, los crampones, las polainas y poco más. Una vez hecha la mochila salgo por la otra puerta del refugio, por la que se sale al glaciar de Bionnassay, es grandioso ... comienzo a echar fotos a todo el paisaje que me rodea, son las 14:30 de la tarde.

Allí a lo lejos veo al Jotas con su camiseta roja y al Lluís con su camiseta amarilla, están casi en la Bolera, les echo una foto con Zoom para la posteridad y miro hacia arriba, hacia donde está nuestro siguiente refugio, comienza a aflorar un poco de miedo en mi cuerpo, qué altísimo está el refugio y qué gran subida hay que hacer para llegar a él, una vez hayamos llegado a él habremos pasado nuestro límite de altura que está en los 3404 metros del Aneto (Benasque).

Tras un rato llegan mis compañeros y me cuentan cómo ven ellos la Bolera, pero la curiosidad me pica a mí también y puesto que estoy algo más descansado, decido ir a verla yo también. Subo un poco desde el refugio, paso por la zona de acampada para las tiendas y me adentro en un pisado nevero, sigo sin crampones, subo por él hasta que desemboca en el camino de subida, hay bastante piedra suelta y mucha arenilla, hay que pisar con cuidado, supero un par de resaltes equipados con cable y llego de inmediato a la Bolera, son las 15:45 y la Bolera está en plena acción, por ella caen un sinfín de piedras, bajan rodando hasta un pequeño balcón que hay por debajo de ella, a partir del cual, las piedras o lo que caiga salta al vacío y acaba en el glaciar de Bionnassay. La verdad es que desde el refugio ya se escuchaba el estruendo que producen las piedras al caer por aquí, pero “in situ”, el ruido es impresionante, caen piedras de todos los tamaños, veo un casco de alguien que lo habrá perdido atado a uno de los cables, veo también un piolet por debajo del flanqueo a la Bolera, alguien sin duda lo habrá perdido (pero es mejor no pensar en el porqué ni en qué circunstancias).

Todo y que no quiero, la visita a la Bolera me deja muy marcado, me veo cayendo por dicha canal, llegando al balcón y cayendo al vacío ... no quiero ni pensarlo, pero no puedo quitármelo de la cabeza, ¿qué pasaría si ...? Se acabaría todo para mí, mi familia, mis amigos, todo lo que aún me queda por vivir se iría para siempre ... mi vida pasaba ante mis ojos como si nada ... escalofríos recorrían mi cuerpo de abajo a arriba ... los pelos los tenia como escarpias ... sin duda, la Bolera me había marcado. Aunque en el fondo, la Bolera no era del todo el problema, es simplemente un flanqueo de unos 40 metros en los que tendremos que vigilar a nuestra izquierda (si subimos a nuestra izquierda, si bajamos a nuestra derecha) para verificar que no caen piedras que nos puedan arrastrar al fondo del glaciar, además, hay un cable a lo largo de dicho flanqueo, aunque queda ya muy alto por la escasez de nieve, por tanto, un poco inútil en estos tiempos, a pesar de todo, había gente que se las ingeniaba y lo usaba para asegurarse con una cuerda larga y un mosquetón enganchado a modo de tirolina (pero caminando).

El problema gordo te lo podías imaginar cuando desde este punto miras hacia arriba para ver exactamente donde localizar el refugio de Le Goûter, y cuando digo mirar hacia arriba digo levantar la cabeza 90º con respecto a la visual normal, delante nuestro se levantaba una pared que salvaba unos 800 metros de desnivel, un paredón que parecía casi inexpugnable y sólo pensar que había que recorrerlo de noche y con el frontal ... ¡bufff! esto era lo que realmente no me gustaba por mucho que estuviera equipado algún tramo con cable, pienso que es un riesgo evitable, me veía una y otra vez cayéndome al vacío a medida que iba subiendo, en mitad de la oscuridad, en mitad del frío de la noche, en mitad de la nada ... intentad imaginar un camino sinuoso, piedras sueltas, grimpadas, arenilla suelta, pasos de II, ... y todo ello en la más absoluta oscuridad, simplemente con un pequeño frontal de 3 LED’s con pilas nuevas.

Me bajo de allí con cada vez menos ganas de subir mañana de madrugada por aquí, sigo dándole vueltas y no lo veo nada claro, llego hasta donde están mis otros 2 compañeros y les pongo de manifiesto mis argumentos. Jotas lo tiene claro, el plan es el correcto ... Lluís duda un poco, pero parece aceptar el plan del Jotas, sobretodo después de que el guarda de Tête Rousse llamara por nosotros al de Le Goûter y preguntara si había plazas libres, por supuesto, la respuesta fue que no, esta llamada nos costó un eurito, y puesto que la mayoría siempre gana, pues debo aceptar dicha elección de salir mañana de madrugada.

Hacemos alguna foto más y luego entramos al refugio para descansar y cenar, Jotas y Lluís hacen sus mochilas de ataque, yo les espero en el comedor, no paro de darle vueltas al asunto, sigo sin verlo claro, pero no hay manera de hacer entrar en razón a mis compañeros.

Tras montar sus mochilas de ataque, Lluís y Jotas entran en el comedor nuevamente y nos sentamos alrededor de una de las mesas, yo aprovecho para ponerme un Compeed® en alguna de mis rozaduras en los dedos de los pies, mientras tanto, Lluís intercambia un poco de diálogo con 2 amigos nuevos, Juan y Ramón, 2 grandes amigos, 2 grandes personas y 2 grandes compañeros de cordada, que serían de vital importancia para el devenir de las circunstancias.

Tras arreglarme un poco los pies, me lavo un poco con toallitas húmedas y puesto que aún queda una hora para la cena, tanto Lluís como yo nos echamos un rato en las camas de la habitación, aunque podemos dormir poco, ya que la gente baja y entra en la habitación vociferando como si no hubiera nadie más allí ...

Jotas nos va a buscar a las 19:00 para que cenemos todos juntos ... al parecer somos 6 a comer en nuestra mesa, pero como está todo en francés, Jotas y Lluís no lo entienden muy bien y dividen los trozos de pan para echar en la sopa sólo en 3 partes, lo cual parece que mosqueó un poco a nuestros compañeros (creo que eran Alemanes) de mesa y hablaron con el guarda, el cual nos dio un poco de luz a la situación, aunque ya no podían quitarse los trozos de pan de la sopa para repartirlos ... yo no me eché pan en la sopa, puesto que no quedaba más, y otro de los Alemanes tampoco pudo hacerlo, el queso tampoco lo probé y mi parte la repartí con Jotas y Lluís puesto que no debo tomar lácteos ... me reservaba para la carne y el arroz que venían de segundo ... dejamos que los Alemanes se sirvieran primero el segundo plato, alguno de ellos y supongo que en reprimenda de lo que había pasado con la sopa, se atestó bien el plato, tanto que al final le sobró algún trozo, pero supongo que así se sentiría agusto porque nosotros tocábamos a menos, prefirió que le sobrara en el plato antes de que nosotros nos la comiéramos.

En fin, una vez terminado el postre (que por cierto, estaba buenísimo) nos aseamos un poco y nos vamos hacia nuestra habitación, la habitación Dôme, nos tocan las literas de arriba, es igual, el caso es dormir blandito, abrimos nuestros sacos e intentamos dormir un rato a pesar de que aún es bastante de día ... la noche fue muy larga, y eso que sólo eran 5 horas, tuve que salirme del saco del calor que hacía, sudores, escalofríos y pesadillas, muchas pesadillas me atormentaban una y otra vez, me seguía viendo cayendo hacia el fondo del glaciar en mitad de la noche, me intentaba convencer de que tenía que volver, ya que el día 28 tenía que ir con mi mujer al concierto de ‘El Canto del Loco’, pero si me pasaba algo, ¿quién la llevaría? Ya sé, ya sé, ... es una tontería, porque supongo que a mi mujer se le quitarían las ganas de concierto y de todo si a mí me pasara algo, pero no dejaba de pensar tonterías y chorradas de este estilo, me estaba convirtiendo en un perturbado con patas, mi mente no estaba muy lúcida y esto resultaba aún más peligroso para cuando tuviera que subir al siguiente refugio, ya que el pánico que tenía en mi interior no me dejaría andar con la atención necesaria, pero la mayoría había votado el plan, ya no podía hacer nada, estaba todo listo y preparado ... rezaba una y otra vez, y le pedía a Dios que me echara un cable en esta hazaña, si podía ser un cable que fuera desde Le Goûter hasta la Bolera, mejor que mejor, así me podría asegurar a él, o mejor, ya que se pone, que me ponga unas escaleritas mecánicas ... je, je, ... tenía que cortar el ambiente con alguna risa interior ... pero no sólo recé varias veces, también me santigüé varias veces más antes de levantarme a las 12:50 AM, que es cuando mi reloj volvió a dictaminar la sentencia de que teníamos que levantarnos.

Casi sin dormir y con todo el miedo del mundo en el cuerpo, me levanté de la cama ... recogimos los sacos y nos fuimos para arriba a desayunar un poco de chocolate o café, y unas rebanadas de pan con mantequilla y mermelada, también nos amenizaron con algún trozo de pastel. Mi saco, puesto que era de Lluís, lo recogió en la funda él mismo, ya que al parecer no era como lo estaba intentando yo, pero a la hora de guardarlo, Lluís lo guardó en su taquilla, puesto que ya no lo íbamos a usar más.

Una vez habíamos terminado el desayuno, nos fuimos hacia las taquillas para enfundarnos el arnés y las polainas, yo no tenía demasiada prisa, a ver si con un poco de suerte, cuando salgamos comienza a amanecer, pero va a ser que no ... nos colocamos la mochila a la espalda (por cierto, seguía pesando bastante).

La noche es muy oscura, sólo los frontales alumbran un poquito el camino, el frío ni lo siento ... subimos nuevamente hacia la zona de acampada y volvemos a cruzar el nevero en dirección a la Bolera, yo voy el último de los 3, en cabeza tira Jotas y detrás de él va Lluís, yo me voy quedando rezagado, esto vuelve a perturbarme ... ¿1800 metros de desnivel tirando fuerte y quedándome atrás cada 2 por 3? Una voz interior me decía que volviera al refugio, pero mi mente tiraba hacia delante, ¡el Mont-Blanc me aguardaba!, el momento que tanto había deseado ya estaba aquí, pero no lo imaginaba así en mi cabeza.

Mis piernas estaban frías y no tiraban demasiado, las de mis 2 compañeros y amigos estaban listas y preparadas y subían con paso firme. Pasamos los 2 tramos equipados con cable antes de llegar a la Bolera nuevamente, el casco atado al cable resuena en mitad de la noche, aún nadie se había adueñado de él. Jotas pasa la Bolera, de noche está inactiva puesto que el frío congela las piedras que caen, Lluís pasa también sin problemas, es mi turno, al comienzo del flanqueo encuentro hielo, un resbalón acabaría con mis huesos en el balcón que hay por debajo y con ello, en el fondo del glaciar, voy con cuidado, son sólo un par de metros, luego hay una pequeña senda evidente, y luego otro par de metros con un poco de arena, ¡por fin!, había pasado la Bolera ...

Mi cuerpo seguía diciéndome que me diera la vuelta, como siguiera más arriba, ya no podría darme la vuelta yo sólo, pero mi mente seguía insistiendo en ir adelante ... esta pequeña lucha interior se la puse de manifiesto a mis 2 amigos que me tenían que esperar una y otra vez a que llegara a un acuerdo conmigo mismo, estaba retrasándoles más de lo debido.

Tras la Bolera, un primer tramo equipado con cable, y si me resbalaba del cable ¿qué pasaría?, para contestarme sólo tenía que girar la cabeza y mirar hacia abajo, no se veía el glaciar, pero se intuía bastante bien dónde estaba ... un nuevo parón y una nueva lucha interna, ya no podía más, seguía retrasando a mis compañeros y ellos me comentaban que me aclarara de una vez, que no podíamos estar parando cada 5 minutos, y en esto les doy la razón. Por fin, me dejo asesorar por mi voz interior, no hago más caso a mi cabeza y decido darme la vuelta antes de que sea demasiado tarde, nunca había tenido estas sensaciones tan malas, y además, un mal presagio me perturbaba una y otra vez. Se lo comunico a mis 2 amigos y seguidamente me doy la vuelta, bajo el cable y me dispongo a pasar la Bolera de regreso, miro hacia arriba para ver si caen piedras, pero cómo voy a ver algo si es totalmente de noche, parece que no se escucha nada, ¡adelante!, es el momento de pasar, 5 metros, 10 metros, ... ya queda poco, se me hace eterna pasarla de noche y sólo pero finalmente logro llegar al final y ponerme a buen recaudo, nada más pasar, un cúmulo de piedras bajan por detrás de mí con su estruendo característico y hacen el barrido de rigor, ¡uf!, me ha ido de poco, tal vez sea la forma que tiene la montaña de intentar que mis malos presagios se cumplan ... aunque por esta vez parece que me he salvado.

Sigo bajando en solitario, con cuidado de no resbalar, llego al nevero y observo otras 3 o 4 luces que suben al lado mío, otros locos que subirán de noche por el paredón ... ¡que tengan suerte! Mi mente se vuelve un poco más lúcida aquí, ya no hay ningún peligro y pienso en que no les he deseado suerte a mis 2 amigos, lo siento, no he tenido ni tiempo, sólo pensaba en darme la vuelta, tampoco les he ofrecido la senyera ni mi cámara de fotos para que la usaran, lo siento de verdad, no lo he hecho a propósito, en ese punto mi mente ya sólo pensaba en llegar a un sitio seguro, bueno, la verdad es que estas cosas no son importantes, lo importante son ellos, espero que les vaya bien, y que no tengan ningún percance.

Llego a la zona de acampada y un terrible sentimiento de vencido me atraviesa, me paro un momento y miro hacia las 2 lucecitas de mis amigos, siguen subiendo por el paredón ... tanto tiempo preparando esta salida y ahora me quedo aquí, no he superado ni los 3404 metros de mi máxima ascensión, ni he visto la cima del Mont-Blanc (aunque sea de lejos), ni he subido para disfrutar de las vistas desde Le Goûter ... ¡maldita sea!, tanto tiempo, dinero y esfuerzos para nada, eso sí, estoy vivo, más vivo que nunca, y podré ver a mi mujer, a mi familia y a todos mis amigos nuevamente, ¡ah! y podré ir con mi mujercita al concierto en Mataró.

Me paro y me siento en una piedra, admiro las lucecitas de Chamonix, ¡qué bonito es todo aquello!, continúo siguiendo con la vista a mis 2 amigos, veo sus luces, otras 3 o 4 luces están ahora en la Bolera y otras 5 o 6 luces van muy por delante de mis 2 amigos. No hay más posibilidades, ¿volveré otro año por aquí?, puede que no vuelva, este fiasco me va calando muy hondo, más hondo de lo que yo creía, ni los 3 fiascos invernales en el Taillón me habían hecho sentirme así de mal ... pero yo tenía miedo a la noche, no quería subir de noche por aquel paredón, la pregunta estaba en saber si siendo de día hubiera subido por allí, ya nunca lo podré saber.

Desde luego, mi humilde consejo es que no se suba por aquí de noche a menos que se sea muy, pero que muy experimentado, es mejor hacer 3 tramos para subir al Mont-Blanc: 1º tramo hasta Tête Rousse, 2º tramo hasta Le Goûter y 3º tramo hasta la cima y bajar (hasta donde se pueda); otra posible variante a este plan es proponerse subir desde el Tramway du Mont Blanc hasta el refugio de Le Goûter sin pasar por el de Tête Rousse, aunque hay que saber que para ello habremos de salvar 1600 metros de desnivel y bastante cargados, esta última variante es la que suele hacer más la gente. Pero yo me seguía preguntando, y para qué tenemos que subir nosotros en sólo 2 días si tenemos ¡9 días! para hacerlo de forma tranquila y escalonada, no lograba encontrar una respuesta que me convenciera de que mis amigos habían hecho lo correcto, teníamos todo el tiempo del mundo y podíamos haber hecho el plan de 3 tramos, lo que hubiera supuesto una mejor aclimatación para todos y no tener el miedo en el cuerpo que yo ahora mismo sentía, qué bonito hubiera sido que hubiéramos coronado los 3 juntos el Mont-Blanc hubiera sido en el tiempo que hubiera sido ... no teníamos más cimas que coronar por allí, no íbamos a hacer ningún 4000 más, centrábamos nuestros esfuerzos únicamente en conseguir el Mont-Blanc, uno de los retos del grupo para este año 2006.

El frío comenzaba a hacer acto de presencia y tras 10 minutos sentado, decidí levantarme e irme a acostar al refugio nuevamente, cogí mi mochila y el piolet y con paso decaído fuí dirigiéndome hacia el calor del refugio. A cada paso me hundía más en mí mismo ... tanto tiempo, tanto esfuerzo, tanto dinero invertido para no llegar ahora a ningún sitio ... creo que no deberíamos haber cambiado el plan para subir de noche, pero la mayoría había hablado y había decidido, ¡maldita sea la hora en que conocimos a los Catalanes en Tête Rousse y nos dijeron su plan!

Llegué al refugio a eso de las 3:30 AM, me quité las botas y las miré de arriba abajo, quizás sea el momento de colgarlas definitivamente (pensé), sí, creo que ha llegado el momento de dejar esta vida de montañas por aquí y por allá, no estoy hecho de la pasta necesaria ... Todo está a oscuras, abandono nuevamente mi mochila en la taquilla y me voy a mi cama, no tengo el saco, pero me arropo con el edredón que allí hay, qué agustito se está en esta cama blandita y qué calentito ... estoy a salvo, pero este fiasco es como un maldito cáncer que me carcome las entrañas.

La verdad es que ahora no tardo ni 5 minutos en caer en los brazos de Morfeo, ahora sin pesadillas, sin escalofríos, sin nada que me perturbe ... ¡buenas noches! Seguro que cuando mañana me levante, mis amigos estarán de vuelta sanos y salvos y con el objetivo conseguido, ¡bien por ellos! ¡buenas noches! Zzzzzzzzzzzzzz ...

No sé qué hora es cuando me levanto al servicio, sólo sé que es de día ... ¿cómo les irá a mis amigos por allí arriba? Ahora sí, miro el reloj, es aún temprano y me vuelvo a meter en la cama, ya no tengo excesivo sueño, pero estoy agusto en la cama, no hay nadie a mi alrededor, no se escucha ningún ruido, toda la gente se ha ido para arriba, en fin, ya no puedo hacer nada. Fugazmente se me vienen a la cabeza Juan y Ramón, ellos decían que desayunarían a las 7:00 AM para comenzar la subida a Le Goûter poco después, pues nada, espero que también les vaya muy bien, ¿por dónde estarán ya? Qué calentito se está en esta cama, qué bien se está aquí ... cierro los ojos sin dormir, pero descanso profundamente durante bastante rato, veo al guarda que entra y comienza a limpiar un poco la habitación, al poco rato se va y me vuelve a dejar sólo en la habitación Dôme ...

Tras un rato de tranquilidad, el guarda vuelve, sigo sin querer mirar el reloj así que no sé qué hora es, y se pone a doblar los edredones, yo ya no quiero dormir más y no me apetece estar en la cama mientras él dobla los edredones, así que me levanto ... el guarda que me ve me dice que por favor doble mi edredón, ¡ey!, que lo pensaba hacer, que no cunda el pánico ... lo dicho, doblo mi edredón y en el colchón del Jotas veo un par de calcetines, supongo que serán de él y que se los ha olvidado sin más, los cojo y me los llevo para ponerlos en mi taquilla para cuando vuelvan.

Voy al servicio, no hay nadie, subo las escaleras, no hay nadie, entro en el comedor, ¡nadie!, sólo los guardas del refugio ... Bueno, ya mismo tengo que empezar a ver subir gente, los que vengan con el primer Tramway. ¡Ah! Se me olvidaba, voy a la taquilla para dejar los calcetines del Jotas ... salgo a las taquillas y veo a Juan y Ramón preparándose para salir hacia Le Goûter, ¡ostras!, – ¿Aún estáis por aquí? – les pregunto, y ellos me dicen que sí, que no tienen prisa, ya que luego en el siguiente refugio no hay nada que hacer, y la verdad es que tienen mucha razón, me preguntan que qué estaba yo haciendo allí y les cuento mi historia de la madrugada, me dicen que he hecho bien, que no se me veía con muchas ganas la tarde anterior de subir de noche por aquel paredón.

Tras unos minutos de conversación me invitan a subir con ellos, ¡vaya!, pues la verdad es que me ponen entre la espada y la pared, ganas no me faltan de subir, pero ya estoy mentalizado para no hacerlo, ellos me insisten y yo les contesto que es mejor que no, que sólo les retrasaré en su subida hasta Le Goûter, ellos me insisten y me dicen que no tienen ninguna prisa ... Sin más tiempo para reaccionar accedo a subir con ellos, pero en el momento que vea que me quedo atrás o que les retraso lo más mínimo, me daré la vuelta sin más dilación y fin de mi historia por los Alpes definitivamente.

Les comento que tengo la mochila preparada, pero la tengo hecha para atacar la cima directamente, no para llegar a Le Goûter y descansar allí, no tengo ni saco, ya que no está en mi taquilla ... me dicen que da igual, que ya nos apañaremos, Juan dice que tiene un saco y una funda y que ya me la dejará, Ramón me dice que tiene muchos dátiles y barritas y que ya nos arreglaremos ... ¡qué palabras por Dios!, sonaban a música celestial en mi cabeza, todo era optimismo y no había ningún tipo de problema. Les pregunto que si tienen plaza reservada arriba, puesto que yo no la tengo y me comentan que no, que van a la aventura pero que seguro que hablando se entienden con el guarda y nos deja dormir en algún sitio del refugio, el traductor de la nueva cordada sería Juan, que es el que dominaba un poco más el francés, Ramón haría de tesorero ... y yo de acompañante de última hora ...

Pues así, sin saco, sin esterilla, sin comida y con poca cosa en la mochila me uní a ellos, formando una gran cordada de 3 personas nuevamente, me había vuelto la ilusión de golpe, quizás podría coronar la ansiada cima del Mont-Blanc junto a mis 2 nuevos amigos, por cierto, Ramón es de Terrassa y Juan de Caldes de Montbuí, la conexión Terrassa – Caldes – Cerdanyola iba viento en popa a toda vela. Nada ni nadie podría pararnos, ¿o sí?

Salimos del refugio más o menos a las 8:30 AM, y volvemos a enfilarnos hacia la zona de acampada, no sé porqué pero este camino ya me resulta muy familiar. Llegamos al nevero y nos enfilamos por él, la nieve está bastante dura, pero aún así no nos ponemos los crampones, no parece hacer demasiada falta para este trozo.

Acabamos el nevero y cogemos el camino que nos llevará hasta la Bolera, otra vez más (en mi caso), pasamos los 2 pasos con cable y llegamos por fin a la Grand Couloir (3300 m), la verdad es que de día se ve todo de otra manera ... delante nuestro hay unos Vasco-Franceses que hablan algo de Castellano, intercambiamos alguna palabra con ellos y esperamos un rato hasta que ellos pasan, se están encordando para asegurarse de no caer hacia el pequeño balcón que les escupiría hacia el glaciar. Pasan todos de una vez y encordados entre sí, la verdad es que si cuando están pasando se llega a activar la Bolera, el mecanismo no hubiera fallado y alguno se hubiera llevado alguna fuerte pedrada. Pienso que es mejor pasar de uno en uno y siempre vigilando la posible caída de piedras.

Juan y Ramón me dicen que haga de guía hasta Le Goûter, ¡qué honor!, ir el primero de una excelente cordada como ésta. Así lo hago, paso la Bolera y me paro en el siguiente extremo, vigilo y al ver que no caen piedras le digo a Juan que pase, él coge el piolet y raudo y veloz pasa sin mayores problemas que reseñar aquí, es el momento de Ramón, comienza a pasar la Bolera y justo cuando está en el primer tramo difícil en donde hay bastante hielo, la Bolera se activa, yo le doy una voz de que se retire, pero espera demasiado tiempo para retroceder y los proyectiles le comienzan a caer por su derecha y por su izquierda, piedras pequeñas y medianas no cesan de caer, menos mal que ninguna se dirige hacia él, sino sólo Dios sabe lo que podría haber ocurrido. En el momento que cesan las piedras por su izquierda, retrocede y se pone a cubierto bajo una gran roca, ya que siguen cayendo más y más piedras, esperamos unos minutos y la Bolera parece darnos una pequeña tregua, así que Ramón la aprovecha y la pasa.

Volvemos a estar los 3 juntos, son las 9:30 AM y ahora toca subir en diagonal por un cable para llegar enseguida al punto en que me había dado la vuelta por la mañana, así se lo hago saber a mis 2 nuevos amigos, y ellos me preguntan que si había vuelto a pasar sólo la Bolera, yo les digo que sí, no había otra solución posible, no quería seguir subiendo de noche.

Seguimos nuestra subida, por un camino bastante evidente y marcado con pintura naranja, a nuestra izquierda se extendía la Grand Couloir a nuestra derecha otra gran canal, así que había que andar con mucho ojo de no caerse. Al rato llegamos a un pequeño descanso, el primero y último hasta Le Goûter, tras éste, la pendiente no tiene piedad con nadie, el camino se hace empinado, y a veces es más benevolente ofreciendo alguna que otra ziga-zaga, hay mucha piedra suelta y hay que asegurar muy bien los 3 puntos de apoyo, yo pienso en que si esta es la Vía Normal ¿cómo serán las otras? Subimos y subimos, de momento vamos bien, nos da la sombrita y no tenemos mucho calor, sólo los nervios de la subida nos hace padecer alguna que otra subida de temperatura, voy mirando mi altímetro de pulsera y ... ¡por fin!, acabamos de superar los 3404 metros del Aneto, ¡qué contento estoy!.

Llegamos a una bifurcación, si tiramos por la derecha subiremos por un camino con mucha piedra descompuesta y en el que hay pequeñas grimpadas, si continuamos recto pasaremos por una pequeña cresta con bastantes buenos agarres ... optamos por tirar recto y pasamos la cresta bastante bien.

Ya vemos algunas personas bajar, ¿habrán hecho cima hoy? Hay sitios en que no podemos subir y bajar al mismo tiempo, así que hay que ir haciendo turnos, algunas personas con las que nos cruzamos hablan Castellano, así que aprovechamos para preguntar por lo que falta, hay historias para todos los gustos, pero resumiendo aún nos quedaba la peor parte, la parte final, aunque está bastante bien asegurada con cable, un consejo, antes de aseguraros con el arnés, anillo y mosquetón a ningún cable, verificar que el extremo que tiene que pararos si hay una caída esté enganchado a la roca, ya que hay algunos trozos de cable que acaban en el vacío o la instalación es un poco precaria, ¡ah! y cuidado con los pelos de cable que están rotos, ya que al pasar la mano por ellos os harán algún que otro corte en la mano y os hará sangrar un buen rato, si esto se mezcla con la arenilla que hay puede dar lugar a una infección, nosotros tuvimos suerte y no tuvimos ningún corte, pero alguna que otra piedra estaba marcada con alguna gota de sangre de algún que otro montañero.

Hablamos con un sudamericano que nos indica que nos quedan unos 45 minutos más, estamos a punto de llegar a la parte final de la subida y ya mismo comenzará el cable de acero. Todos llevamos el casco puesto, es una medida de seguridad indispensable para subir por aquí, ya que cualquiera de los que bajan pueden pisar una de las muchas piedras sobrepuestas y tirarla hacia abajo.

Llegamos a la parte final, seguimos teniendo que mirar en ángulo de 90º con respecto a la visual para poder ver el refugio colgado sobre un balcón por encima de nuestras cabezas, el sol sobresale por encima de él y nos da de lleno en los ojos cada vez que intentamos levantar la vista, la verdad es que es un poco engorroso. A pesar de que llevo puesto el arnés, no uso la cinta con el mosquetón para engancharme a los cables, de subida prefiero ir cogido con la mano, otro consejo más, si usáis una cinta y un mosquetón para uniros al cable de vida, usar una cinta de 1,20 metros ya que os facilitará mucho más la maniobras, si usáis una de 60 cm. os faltará espacio de maniobrabilidad.

Seguía bajando bastante gente por encima de nosotros, y mirar detrás nuestro era realmente vertiginoso, en ese momento me alegré muchísimo de no haber subido por la noche por aquel sitio. El refugio estaba ya a tocar, los nervios seguían apretándome como intentando estrangularme, pero había que seguir, me habían hecho guía de aquella cordada y los tenía que subir hasta el refugio costara lo que costara.

Cada vez que miraba hacia Tête Rousse y veía la bajada que había que hacer hasta allí, el mundo me daba vueltas ... la subida era expuesta, pero la bajada debe de ser algo espectacular, un desliz, sólo un resbalón y acabaría a cientos de metros por debajo de mi posición, empotrado en el glaciar de Bionnassay ... mira que se repetía veces este nombre en mi cabeza, sí, el glaciar era precioso, pero no me apetecía verlo de cerca.

Muy cerca del refugio oigo una voz muy característica para mí, miro hacia arriba y allí está, es el Jotas, le doy una voz, – ¡Jotas! – él me mira y me saluda, aún no veo al Lluís, pero supongo que no debe andar muy lejos. Seguimos subiendo y llegamos a Le Goûter (3817 m) a las 12:15, ¡buf! ¡qué alivio! Me saludo con el Jotas y veo también a Lluís, qué alegría verles sin un rasguño, todo parece haber ido bien en su cordada, doy por supuesto que habrán hecho cima y que ya van de bajada, pero al cabo de un rato, la duda me asalta, ¿habrán hecho realmente la cima?, les pregunto y Jotas me dice que sí, que llegó sobre las 9:00 AM a la cima, sin embargo, Lluís me dice que él no lo consiguió, aunque había disfrutado mucho de la ascensión, parece ser que al llegar de subida a Le Goûter intentaron encordarse, pero supongo que por los nervios del momento, no conseguían que les salieran los nudos correspondientes, así que decidieron seguir adelante sin encordarse ... pasado el refugio de Vallot (4362 m) y antes de comenzar la Arête des Bosses, a unos 4500 metros de altitud, Lluís iba bastante tocado del mucho esfuerzo físico realizado hasta el momento así que intenta parar el grupo de dos un momento, así se lo intenta comunicar al Jotas que va unos metros por delante, pero el Jotas parece no darse cuenta y sigue adelante, además, parece ser que entró una pequeña nube entre ambos que les impidió también la comunicación visual, visto esto, Lluís decidió bajarse hacia Le Goûter y esperar allí la bajada del Jotas, de paso subió hasta el Dôme du Goûter (4304 m) siguiendo las pisadas de otra cordada que iba delante de él.

Tras un rato, Jotas me dio la cuerda de 50 metros y 8 mm que llevaba en su mochila, ya que Juan y Ramón llevaban 2 cuerdas de 15 metros y para los 3 iba a ser un poco justo, además, había que andar juntándolas con un doble pescador ... también me pasó el walkie que llevaba, que al final no sé para qué los llevábamos si no los usamos para nada ... tras esto, Jotas y Lluís bajaron hacia abajo, me dijeron que irían hasta el Tramway y se irían a dormir esa noche a un camping para esperarme a que yo bajara al día siguiente.

La verdad es que el ambiente que se respira en Le Goûter es montañero de verdad, muchas nacionalidades juntas (Españoles, Chinos, Alemanes, ...) esperando la oportunidad de llegar a la cima. Tuvimos mucho tiempo libre, así que pudimos hablar con mucha gente, sobre todo con Españoles, ya que eran los únicos que entendíamos, alguno había intentado la cima 4 veces, otros 2, otros ... pero debido a problemas como el mucho frío reinante (hasta 25º bajo cero) tuvieron que desistir en el intento.

Las vistas desde el refugio son espectaculares, además por la tarde, un mar de nubes invadía las alturas que había por debajo nuestro y era precioso para nosotros, ya que para los que subían no creo que lo vieran así. Vemos desde donde comenzará nuestro periplo hacia el Mont-Blanc y alcanzamos a ver a algunas cordadas que están bajando.

Un helicóptero hizo acto de presencia por la tarde, venía a recoger a un montañero que al parecer tenía mal de altura, parece ser que tuvieron que usar un desfibrilador para intentar reanimarle, luego le envolvieron en una manta térmica, le pusieron oxígeno y se lo llevaron en cuanto desapareció la niebla reinante. Yo me quedé perplejo al ver aquella secuencia, podría pasarnos a cualquiera de los que estábamos allí, pero mejor no pensar en ello ...

El refugio se compone de 2 pequeñas casas (al igual que Tête Rousse y Vallot), una encima de los servicios de 40 plazas y otra que comprendía también el comedor y la cocina donde había 83 plazas. Por cierto, si los servicios de Tête Rousse estaban muy bien montados, con su sistema de cinta y palanca para accionar dicha cinta y poder así reciclar todo lo que por allí caía, en Le Goûter está la taza para poder sentarse, pero debajo de ella está el vacío, bueno, está la montaña y entra un fresquito que te queda todo congelado, supongo que debido a este sistema, el olor reinante es bastante fuerte y maloliente.

Nosotros, puesto que no teníamos plaza, y a pesar de que pagaríamos como si durmiéramos en los dormitorios, lo haríamos en el comedor como pudiéramos, en el suelo, en los bancos o en las mesas ...

Nos entramos en el refugio y nos tomamos una sopa que nos costó unos 4,90 euros, las latas de refresco, al igual que en Tête Rousse, costaban 4 euros, las botellas de agua 4.90 euros, el litro de bebida isotónica 5 euros, y así un sin fin de precios ... alrededor de 12 euros costaba dormir a los federados y unos 6 euros el desayuno del día siguiente, en total pagamos 71 euros entre los 3 por una sopa, dormir y el desayuno del día siguiente.

A las 19:00 se servía la cena y a las 20:00 se instauraba el toque de queda y el silencio en todo el recinto. Juan había entendido que a nosotros también nos servirían la cena, eso sí, detrás de los que tenían plaza en los dormitorios. A dicha hora tuvimos que dejar las mesas libres para que cenaran los de los dormitorios, ante nosotros pasaba sopa caliente y el segundo me quedó boquiabierto, lentejas con panceta cocida, un manjar exquisito que en cuanto lo ví empecé a paladear, de postres tenían macedonia de frutas ... la hora de nuestra cena se acercaba, los de los dormitorios se levantaron y se fueron a sus camas, ¡era nuestra hora!, pero ¿qué pasa? Juan se acerca a la ventanilla y habla con los guardas, parece ser que habíamos entendido mal, sólo tenían cena para los de los dormitorios ... mi gozo en un pozo, mi mente sólo veía lentejas con panceta, uhmmmm, la degustaba en mi cabeza una y otra vez, ¿qué podíamos hacer?, la pasta también se les había acabado, ¿qué quedaba? ¡sopa con tropezones de pan! ¡nooooooooo! Pues nada, otro plato de esta estupenda y nutritiva sopa, ¡qué rica y calentita!, me repetía una y otra vez en mi cabeza, pero en realidad estaba hasta las narices ya de sopa, yo quería comer algo más nutritivo, ¡quiero lentejas!, ¡grrrrrrrr!, unos amigos Españoles nos ofrecieron unos cuantos frutos secos, ellos tampoco habían podido cenar, aunque llevaban más víveres que nosotros y pudieron cenar bastante bien, yo sólo tenía una pequeña bandeja de dátiles y un par de barritas de chocolate.

Nos tomamos la sopa, los frutos secos y unas barritas que Juan saca y comparte de muy buen grado, la verdad es que Juan y Ramón son estupendos, se conocieron en la mili hacía ya 16 años y siguen tan amigos desde entonces ...

Tras la abundante cena tocaba encontrar un sitio para dormir, nuestros amigos Españoles dormían bajo una mesa, Juan y Ramón cerca de ellos y yo encima de la mesa, todos iban con su saco, todos excepto yo, pienso en la manera de dormir, la noche va a ser larga y complicada, espero que no haga demasiado frío. La cuerda me la pongo de almohada, encima de ella pongo una pequeña funda con un pantalón impermeable para que esté algo más blando y no me haga daño en el cuello, mi Gore-Tex® con forro me lo pongo en los pies, es muy importante mantener los pies calientes, es quizás lo más importante del cuerpo, ahora me quedaba taparme la parte de arriba, ¿qué me puedo poner? Visto que los demás llevaban saco y no iban a necesitar sus chaquetas, le pido a Ramón la suya, gustosamente me la trae y me la deja para dormir, así que me tapo con ella la parte de arriba, sólo la cintura me queda al aire, pero encogiendo un poco las piernas casi se junta la chaqueta de Ramón y mi Gore-Tex®, pues nada, ¡toca dormir!

Por suerte, no pasé frío, y el calor humano reinante hizo que todos pasáramos la noche más o menos calentitos ... En mitad de la noche seguía subiendo gente y plantándose a dormir en el comedor, la verdad es que hacían bastante ruido y nos despertábamos cada dos por tres, a parte de estos sobresaltos, yo conseguí dormir lo suficiente, un poco dolorido y duro, pero bueno ... el resto de mis compañeros no conciliaron el sueño durante más de 2 minutos seguidos, pero por un día no iba a pasar nada.

A la 1:30 AM toca diana y encienden las luces del refugio, vaya caretos que veo a mi alrededor, supongo que el mío estará igual. Toca desayunar, primeramente los que tenían plaza en los dormitorios a las 2:00 AM, luego el resto a las 2:20 AM, otra vez el dichoso chocolate con agua caliente, mantequilla, mermelada, pasas y pan seco ... la verdad es que de ver aquello se nos quitaba el hambre, pero había que comer algo para tener fuerzas y evitar las pájaras.

La gente comienza a salir hacia el Mont-Blanc a eso de las 2:30 AM, nosotros comenzamos nuestros preparativos a las 2:45 AM, polainas, crampones, piolet, cuerda, Gore-Tex®, guantes y mochila ... Ramón llena su cantimplora con agua caliente, yo tenía la mía llena de agua desde el día anterior a la que había añadido un poco de Tang de Naranja para darle un poco de sabor, hierro y algo de Vitamina C, lo que pasa es que a esas alturas, el Camelback no funciona tan bien como quisiéramos, tal vez la presión o tal vez las pocas fuerzas que quedan ya para intentar sacar el agua del interior hacen que sea bastante difícil su uso.

Salimos hacia el exterior, hace algo de frío pero vamos bien abrigados, y comenzamos a hacer los nudos para ir bien encordados, el primero irá Juan, por tanto le hago el ocho normal y lo ato, luego irá Ramón al que ato mediante un ocho por seno, y por último iré yo con otro ocho por seno, la cuerda sobrante irá en mi mochila. Tenemos que cordarnos 2 veces, ya que la primera dejamos demasiado espacio entre uno y otro, más o menos dejamos unos 4 o 5 metros entre cada uno. Antes de salir, Ramón visita el frescor del servicio, es mejor ahora que no luego. Tras esto y siendo los últimos de todo, marcha hacia la ansiada cima, delante de nosotros, un reguero de pequeñas lucecitas indican más o menos el camino, tras dejar el refugio atrás, vemos la zona de acampada que hay por encima de él.

Seguimos andando y, a los pocos minutos, a Ramón se le sale un crampón, nos paramos y Juan se lo coloca de nuevo, volvemos a caminar pero se le vuelve a salir el mismo, volvemos a parar y Juan se lo vuelve a colocar. Comenzamos de nuevo nuestra marcha y al pobre Ramón se le rompe un antiboot, Juan viene y se lo arranca desesperado para lanzarlo unos metros más allá, yo lo recojo y lo guardo en la mochila de Ramón, no debemos dejar basura por ahí. Ramón comienza a desesperarse y dice que se vuelve, que no quiere ralentizar más nuestra marcha, yo le digo que ni hablar, que hasta allí habíamos llegado los 3 y que los 3 juntos llegaríamos a la cima fuera a la hora que fuera.

Son las 3:45 AM y seguimos los 3 juntos, pasamos la zona de acampada, el terreno está muy pisado y es bastante plano, tras unos minutos llegamos a una pequeña subida, son pocos metros y se hacen bien, vamos con ganas ... a nuestra derecha se intuye una caída de bastante profundidad, así que hay que andar con ojo. La verdad es que el camino no es excesivamente amplio, por lo que es muy fácil que los crampones se vayan enganchando en los bordes del camino, a menos que andes como una modelo ... a mí, una de estas veces que el crampón se enganchó en el borde del camino, me hizo tropezar e hizo que me pisara con el crampón la polaina, estaban recién estrenadas ¡snifff!, y ¡ala!, las estrené haciéndolas un pequeño agujero.

A la vez que vamos andando vamos girando ligeramente hacia la izquierda, ya nos queda poco para atrapar una cordada que nos había adelantando cuando Ramón se tuvo que volver a poner los crampones, y las luces que van por delante están bastante altas con respecto a nuestra posición, zig-zaguean hasta llegar justo al lado del Dôme de Goûter (4304 m), tras esto perdemos de vista la lucecitas, así que suponemos que habrá alguna bajada.

Ya hemos pasado una cordada y estamos detrás de otra, no sabemos sus nacionalidades, tampoco nos hace falta ya que se habla bien poco, nuestro ritmo es vivo y eso ha hecho que vayamos cogiendo a dichas cordadas, Ramón está un poco nervioso, no le gusta ir detrás de gente, ya que cada dos por tres nos hacen parar, yo les aconsejo que sigamos detrás de ellos, siempre es mejor llevar a alguien de referencia delante, nunca se sabe si puede haber una grieta o algo parecido, así que de momento tiramos detrás haciendo las paradas que nos obligan a hacer los de delante.

A veces la cuerda, más que ser algo útil, llega a ser un engorro, sobre todo para el pobre Ramón, al cual se le enganchaba cada vez que no nos dábamos cuenta, estaba claro que éramos primerizos en esto de hacer cordadas. Yo llevaba parte de la cuerda que iba entre Ramón y yo enrollada en la mano izquierda, sobre los guantes, e iba dando más cuerda si veía que Ramón tiraba más fuerte o iba enrollándome más si veía que yo me acercaba, todo y con eso siempre había la cuerda justa para que el pobre Ramón se tuviera que desesperar por tener la cuerda enganchada al pie.

Seguimos los zig-zags de las cordadas delanteras y llegamos justo al pequeño collado que hay justo al lado del Dôme de Goûter, la cima está a tocar, pero la dejamos para la bajada, la subida hasta aquí no tiene descansos y hay que ir con cuidado, pues hay alguna que otra grieta en el camino, en concreto nosotros pasamos dos, Juan muy atento nos avisó de ellas, y un pequeño puente nos permitía pasar por encima de ellas.

Son las 5:30 AM y comienza a amanecer, el Mont-Blanc nos muestra su última parte, desde aquí no parece nada del otro mundo. Ahora tocaba bajar hasta el Col de Dôme (4250 m), alguien había acampado allí, ya que había una especie de círculo bien montado y muy planito con unas pequeñas paredes que lo delimitaban.

La verdad es que la bajada no se agradece nada, ya que tras una bajada hay que volver a subir otra vez todo lo que hemos bajado, y a estas alturas esto pasa factura poco a poco.

Ya vemos el refugio de Vallot, por supuesto, para llegar a él hay que subir un buen trozo, hasta los 4362 metros donde se sitúa dicho refugio, como todos los demás, también se encuentra al borde de un abismo, cómo les gusta a estos franceses poner los refugios en estos sitios tan vertiginosos ... ¡buf!

Antes de subir, Juan, generosamente me echa una mano y me ata la cinta sobrante de la polaina con la cinta sobrante del crampón para que no los vaya pisando. Yo ya no estoy para agacharme mucho, la espalda me va doliendo y se lo agradezco de veras ...

A las 6:10 AM y tras salvar algún zig-zag más llegamos al refugio de Vallot (4362 m), vemos que el refugio está compuesto por dos habitáculos separados, pero no entramos ya que no hace demasiado frío. Nos encontramos a varios de los Españoles que habíamos conocido el día anterior en Le Goûter. En ese punto, toca un pequeño descanso, rehidratarse, comer algo y relajar las piernas ... Ramón saca unas nutritivas galletas, eso sí, un poco secas, pero las pasamos al estómago con algo de agua, Juan vuelve a sacar alguna barrita de chocolate y la repartimos, la verdad es que estas barritas están muy buenas y te dejan un gran sabor.

La panorámica es muy curiosa, en una parte del macizo amanece y en el otro todavía es de noche, es una cosa curiosa que no acostumbra a ver uno todos los días.

Tras este mini-break, Ramón me saca las gafas de ventisca y me las coloco, ellos hacen lo mismo con las suyas, ya que comienza a salir el sol, y el sol unido a la nieve puede crearnos alguna ceguera de las nieves, y no es lo que buscamos.

Seguimos subiendo, las rampas son fuertes y hay bastante hielo, mis fuerzas empiezan a ir justitas, el aire empieza a faltar y mi respiración se escucha con fuerza, pero hay que seguir adelante, ya no debe quedar mucho. La verdad es que ya no recuerdo el punto exacto, pero hubo un momento en que entré en una especie de trance, no escuchaba nada a mi alrededor, sólo ecos, miraba a mis pies y a la siguiente pisada que tenía que hacer, seguía agarrando la cuerda con la mano izquierda procurando que no se enganchara con ella Ramón, era espectacular, estaba como en una especie de burbuja y parecía totalmente un autómata, estaba totalmente aislado del resto del mundo, tan sólo me unía a los demás la cuerda y el ocho por seno que tenía enganchado a los 2 mosquetones de seguridad de mi arnés, es una sensación indescriptible y de la que era totalmente involuntario.

La verdad es que pasamos por sitios de lo más pintoresco, al lado de una pared de hielo, por encima de una especie de ola helada ... pero siempre hay pendientes y hielo, no hay casi ningún sitio donde poder descansar tras el refugio de Vallot, y si lo haces debes clavar el piolet y apoyarte en él, no sea que un descuido ¡zas!, resbalemos y nos vayamos para abajo, hacia nuestra derecha (el profundo glaciar de Bionnassay) o hacia nuestra izquierda (el glaciar de Bossons).

Estamos ya ante la Aréte des Bosses, ¡buf!, vaya arista, impresiona tanto por la altura a la que nos encontramos como por el cansancio que se acumula en las piernas, hay que ir con cuidado, es una arista que pica hacia arriba, no es nada plana y hay que ir con cuidado, el corredor que la transita no tiene más de 1 metro, pero tiene 2 sentidos y está dividido en su mayor parte por un escalón (a modo de carretera con 1 carril para cada sentido pero con una anchura total no mayor a un metro) ... Mis gafas están empañadas y antes de pasar me las cambio por las otras pequeñas, necesito toda la visibilidad posible en este paso. Comenzamos a pasar la arista, yo no pierdo de vista mis pies y el lugar donde pongo el piolet, no quiero ni mirar para arriba, eso sí, de vez en cuando le voy preguntando a Juan, nuestro cabeza de cordada que cuánto nos queda para terminarla, él me va cantando lo que falta: “ ... 50 metros ... 30 metros ... 25 metros ...”. Por supuesto, no podíamos pasar la arista sin encontrarnos a alguien que bajase, no estaría bien, así que nos cruzamos con varias cordadas que bajan, mi mochila toca con alguno de ellos, y eso que intento ponerme de canto, pero es imposible no tocarse ... al final me canso de tanto roce y viendo que puedo acabar cayendo al vacío opto por ir a 4 patas, así los que bajan tienen más fácil sobrepasarme y no hay tanto peligro de empujones.

Por fin, la voz de Juan indica que ya hemos llegado al final de la arista ... ¡biennnnnn!, pero ¿qué nos queda ya? Estoy hecho polvo, pero hay que seguir ... escuchamos y vemos cordadas de Españoles y les vamos preguntando por el camino que nos falta hasta la cima, según algunos nos quedaba una pendiente más, una especie de llano, otra pendiente y la arista final ... ¿¡otra arista más!? ¿y cómo es? ¿es igual que esta última? Pues no, parece ser que es más larga, pero tiene menos pendiente, aunque la anchura es más o menos la misma y la división en 2 carriles está también hecha ...

Tomamos aire, y armándonos de valor seguimos adelante, pasamos otra pendiente, pasamos el llano, llegamos a otra pendiente ¡malditas pendientes! ¡no acaban nunca!, y por fin, nos encontramos cara a cara con la arista final, no hay que pensárselo mucho ya que viene gente por detrás y la cima está ya a tocar, no es momento de titubeos ... comenzamos a pasar la arista, es de menos pendiente pero la gente también baja en dirección contraria y hay sitios en que no se distinguen los 2 carriles reglamentarios, tal vez sería necesario algún policía o algún semáforo para dar paso, ya que aquí nadie respeta la prioridad ni nada ... en fin, hay que seguir, ya vemos la cima muy cerca ...

¡Por fin! Pasamos la arista somital y la amplia cima se abre ante nosotros, ¡es magnífico!, lo habíamos conseguido ... nos fundimos en un fuerte abrazo y yo les doy las gracias a los dos, gracias por la ayuda, gracias por estar allí, gracias al fin y al cabo.

Es momento de fotos y videos ... la verdad es que no podemos dejar de emocionarnos como niños cada vez que miramos a nuestro alrededor y vemos la maravilla de paisaje que nos rodea, es complicado hablar en los videos en estas circunstancias. Tenemos cobertura de móviles, ¡vaya lujo!, tanto para Vodafone como para Movistar, yo aprovecho y llamo a mi mujer, pero es ella la que está sin cobertura, es una pena ... Juan en cuanto la emoción se lo permite, llama a su hermano, qué pasada poder hablar con alguien que está a tantos kilómetros de tí y estando donde estamos ... y también tiene un bonito recuerdo para su hijo.

Admiramos la parte final de la vía italiana de ascenso al Mont-Blanc, la ruta de los 4000’s, la de Grand Mulets, Chamonix en el fondo del valle a 4000 y pico metros por debajo de nosotros ... ¡qué pasada! ... es indescriptible la sensación que tenemos ahora en nuestro cuerpo, nunca antes había sentido esto en ninguna otra cima, la verdad es que había costado mucho estar allí, las circunstancias, la casualidad de encontrar a Juan y Ramón, la buena meteorología ... la verdad es que éramos unos afortunados por tener aquello ante nosotros, muchos habían perdido la vida en el intento, otros no pudieron por la meteorología, pero este día 19 de Julio del 2006 se habían aliado todas las cosas buenas para permitirnos estar allí.

Juan y yo nos tomamos un Paracetamol®, para prevenir el mal de altura, también nos tomamos unos dátiles de Ramón antes de afrontar toda la bajada que nos queda hasta el Tramway du Mont Blanc.

Llevábamos 1 hora en la cima, no hacía frío, no hacía viento y se estaba estupendamente, pero había que bajar de allí, aún nos quedaba un largísimo tramo hasta el Tramway, mentalmente yo lo dividí en 4 tramos desde que salí de Le Goûter: 1º de Le Goûter a la cima, 2º de la cima a Le Goûter, 3º y más peligroso, de Le Goûter a Tête Rousse y por último, el 4º tramo, fácil y sin complicaciones, de Tête Rousse a nuestro enlace con la vida, al Tramway du Mont Blanc. Nosotros ya llevábamos el primer tramo, ya sólo nos quedaba 3 más ...

Pasamos otra vez la arista somital, la pasamos mejor que de subida, tal vez sea por la alegría que llevamos en el cuerpo, pasamos la segunda arista, en esta hay que poner un poco más de cuidado ... en mi mente iba recreando los posible pasos que a la subida pensé que serían complicados cuando bajáramos, sobre todo los de fuerte pendiente con camino poco marcado y con mucho hielo. Pasamos de nuevo la ola helada, la pared de hielo, ... ya estamos cerca de Vallot nuevamente.

Continúa la bajada hasta el Col de Dôme, todo bien, hablamos poco ya que el cansancio es muy patente en nuestros rostros, Juan me vuelve a atar el sobrante de la goma de la polaina con el sobrante de la cinta del crampón, ya que se me había quitado el nudo original que me hizo de subida en este mismo punto.

Ahora toca subir hasta casi la cima del Dôme de Goûter, la verdad es que esta subida ya nos sobra, pero no hay otro remedio, hay que subirla, los 3 seguimos a una cordada que va delante de nosotros, pero vamos mirando al suelo y sin casi decir ni palabra. Mientras bajábamos a Vallot les comenté si querían que llegáramos a la cima del Dôme de Goûter, pero ellos tienen prisa, ya que tienen que irse a Viena para seguir disfrutando de sus vacaciones, así que lo dejamos ... quizás otra vez ... aunque estábamos a tocar, sólo nos separaban unos 20 metros de la cima en cuestión, pero es igual, otra vez será ...

Volvemos a bajar, ya vemos la zona de acampada por encima de Le Goûter, aunque aún queda bastante hasta llegar, pasamos por encima de las grietas que habíamos pasado de madrugada, hay algunas de las que no conseguimos ver el fondo, todo y con eso, hay gente que está practicando en ellas ... a mí también me gustaría si tuviera tiempo y fuerzas, pero me faltan las 2 cosas ...

La bajada se hace interminable, y para colmo, la parte final pica un poco hacia arriba, es muy poco el grado de inclinación, pero lo suficiente para que nuestras piernas se quejen amargamente ... por fin llegamos a la zona de aterrizaje de helicópteros sobre Le Goûter, por cierto, que hay mucha vigilancia en helicóptero por parte del salvamento francés, incluso un helicóptero aterrizo delante de nuestras narices cuando llegamos a Vallot de bajada. Unos metros de bajada más y llegamos a Le Goûter, ya no sé ni qué hora es, he perdido la noción del tiempo, pero más o menos eran las 12:30. Pido agua y una Coca-Cola, me da igual lo que valgan, tengo que bebe algo ... invito a mis buenos compañeros de cordada a una lata de lo que ellos quieran ... yo me siento en un banco a descansar y mentalizarme para la peligrosa que aún me queda hasta Tête Rousse, Juan y Ramón rehacen la mochila con las cosas que habían dejado en el refugio.

A las 13:15 nos ponemos de nuevo en marcha, me piden que vuelva a hacer de guía, yo les miro atónitos y les hago un gesto con la cabeza afirmativo, pero yo estoy que no puedo más, mis pies están hecho polvo, las botas van muy bien de subida, pero de bajada me rozan bastante en las uñas y dedos. Comenzamos a bajar por los cables, llevamos el arnés, la cinta y el mosquetón, así que cada vez que vemos un cable nos unimos mediante el mosquetón a él. Hay bastante gente que sube, así que hay que ir con cuidado y mirando de no tirar piedras hacia abajo. Algunos de los que suben se nos quejan amargamente de que ellos tienen prioridad de subida, pero que yo recuerde, no he leído nada al respecto ... en fin, les dejamos pasar y seguimos bajando ... el tramo de cable se hace bien, ya que da bastante seguridad, en cuanto acaba el cable es otra cosa, hay que poner mucha atención de no resbalar, recordar que el glaciar de Bionnassay sigue allí abajo esperándonos ...

La verdad es que esta bajada se nos está haciendo eterna, hay gente que baja encordada entre sí, nosotros vamos por libre, bastante hemos padecido ya con la cuerda en el glaciar ... yo vuelvo a entrar en el mismo trance que en la subida, me vuelvo a encontrar dentro de una burbuja y no escucho nada a mi alrededor, ya no sé ni por donde voy, bajo por cualquier sitio extremando las precauciones, la verdad es que ya no sé muy bien por donde me muevo.

Llegamos al cruce en el que hay que optar por seguir la cresta o por un camino, esta vez optamos por el camino, ya habíamos hecho la cresta de subida, el caminito se las trae, hay pasos de desgrimpada y resbala bastante, el uso de las manos es imprescindible. La verdad es que tardamos mucho, muchísimo en bajar aquello, pero al fin estamos de nuevo en la Bolera, la pasamos sin muchos problemas, incluso corremos para pasarla lo antes posible, ahora ya no tiene ningún trozo de hielo. Bajamos otros 2 pasos con cable y nos acercamos ya al nevero cercano a Tête Rousse, yo ya ando por andar, si paro ya no podré moverme más, la nieve está muy blanda y hay sitios en que metes el pie en agua, pero la bota es impermeable, menos mal que algo bueno tiene esta bota, ya estoy a tocar del refugio.

Vuelvo a subir las escaleras metálicas y espero a mis 2 compañeros, entramos al refugio, somos como unos desechos humanos, no podemos más, estamos más para el otro barrio que para éste ... por Dios, necesitamos un descanso, un largo descanso, pero son las 16:15 y el último cremallera sale hacia La Fayet a las 18:30, vamos un poco justos de tiempo.

Yo no puedo andar más, además, aún me queda montar toda la mochila y estoy seguro que no llegaría a tiempo al Tramway, Juan y Ramón deciden lo mismo que yo, no pueden con su alma y prefieren quedar en el refugio un día más, así que perderán un día de viaje y disfrutarán un poco menos en Viena, pero hay priorizar el descanso.

Llamo a mi mujer y le digo que todo va bien, que ya he bajado. También llamo a Lluís y Jotas que me están esperando en La Fayet, y les digo que no podré bajar hasta el día siguiente, no puedo mover ni un pie más, lo siento de verdad. Tras las llamadas de rigor preparo la mochila para tenerla lista para el día siguiente.

Cenamos a las 19:00, otra vez la maldita sopa de primero con los dichosos tropezones de pan, no quiero ver más sopa en una buena temporada ... de segundo pasta con carne, esto sí que está bueno y de postre un pastel con crema.

Tras la cena, ipso-facto para la cama de la habitación Vallot sin perder un minuto, yo ya estoy aseado, me he lavado un poco con toallitas húmedas antes de la cena. Qué agustito se está en la cama, qué calentitos, qué blanditos, ... Me despierto bastante a menudo con la boca seca y a eso de las 4 AM no puedo aguantar más y subo al comedor a ver si hay alguien para comprar una botella de agua, por suerte sí que había una guarda y me vende la botella de agua, doy buena cuenta de ella y me bebo media botella de una tacada, el resto me lo llevo para la cama por si alguno de mis compañeros se despierta con sed ... en cuanto me meto en la cama, Juan se despierta y ve la botella de agua, se pone muy contento porque también tiene mucha sed, así que bebe un buen trago.

A las 6 AM toca nuestra alarma, al parecer he roncado durante bastante rato, pero no puedo remediarlo ... nos levantamos y nos dirigimos a la zona de las taquillas, cogemos las mochilas y preparamos los palos para comenzar sin más dilación la bajada hasta el Tramway, a las 6:30 AM cruzamos el nevero y cogemos la bajada hasta la barraca forestal Des Rogne, a la cual llegamos tras largo rato de bajada, seguimos destrozados y nuestros pasos son bastante lentos, sobre todo los míos, voy el último del grupo ...

Al llegar a la barraca, Juan y Ramón se paran a descansar un rato, yo no paro, ya que si lo hago no me podré mover más. Continúo la bajada, ya no debe quedar mucho, recuerdo cada subida, cada llano y todo el camino como si hubiera sido ayer cuando subí. Llego al pluviómetro y desde aquí ya se ve la caseta del Tramway, ¡por fin! Ya no paro, pongo la directa y aunque a paso lento, continúo hasta la caseta, en cuanto llego me quito la mochila y me tiro en uno de los bancos que hay, al momento también llegan mis compañeros y todos juntos esperamos a que llegue el cremallera para bajar en el primero a las 9:00 AM, la verdad es que no llegamos sobrados de tiempo, sólo hemos llegado unos 20 minutos antes de que llegue el cremallera, así que hemos hecho bien en levantarnos a las 6:00 AM en vez de a las 7:00 AM como pretendíamos en un principio.

Montamos en el cremallera y bajamos a las 9:00 AM, ya he avisado a Lluís y Jotas para que me esperen abajo. Y tras unos 50 minutos de bajada, llegamos a La Fayet, allí veo a Jotas que me coge la mochila y a Lluís, nos saludamos todos, incluidos Juan y Ramón, nos despedimos de ellos y nos montamos en el Ford Mondeo de Lluís para volver a casa, peajes y más peajes, kilómetros y más kilómetros nos separan aún de nuestra Barcelona natal, ese día era el cumpleaños de mi mujer, espero llegar con tiempo para darle la sorpresa, pero en Albertville nos pilla una retención debida al Tour, así que la aprovechamos para ver pasar a nuestro Óscar Pereiro, ¡ánimos campeón! A las 13:30 vuelven a abrir las carreteras y ya sin pausa nos dirigimos a Barcelona ... llegamos a casa sobre las 22:00, la verdad es que la vuelta se hace más larga que la ida, en la ida siempre acompaña la ilusión, en la vuelta sólo acompaña el cansancio ... por supuesto, el viaje de vuelta estuvo lleno de anécdotas, el apurar el depósito de gasolina para llegar a España y echar allí, un parachoques roto que no nos permitía pasar de 110 Km., pero esto ya son gajes del oficio.

Consejos del Maligno

Coger el primer cremallera que sube a Nid d’Aigle a las 7:45.

Si se tiene suficientes días, dividir la subida en 3 tramos: 1º del Tramway a Tête Rousse, 2º de Tête Rousse a Le Goûter y el 3º hacer cima.

En caso de querer hacer el Mont-Blanc en 2 tramos, hacer el 1º del Tramway a Le Goûter y el 2º de Le Goûter a la cima, en ningún caso hacer la subida desde Tête Rousse a Le Goûter de noche, a pesar de que la Bolera está desactivada por la noche.

Poner mucha atención al pasar la Bolera.

Ir cordados en todo momento cuando se vaya por el glaciar y hasta la cima.

Poner especial atención a las grietas y buscar el sitio adecuado para pasarlas.

La segunda quincena de Julio es quizás la más óptima para intentar el asalto a la cima del Mont-Blanc, además, por estas fechas la subida de Tête Rousse a Le Goûter es muy posible que esté limpia de nieve, dependiendo del calor que haya hecho.

Si se puede coger plazas en los refugios en vez de ir cargados con tienda, saco y esterilla, nos evitaremos mucho exceso de peso.

Normalmente en Tête Rousse no hay problema de plazas, pero para conseguir plaza en Le Goûter lo mejor es que llame una chica, si habla en francés mejor que mejor, y si es autóctona de Francia muchísimo mejor, si llama un hombre y habla en Español lo más probable es que no tengan plazas libres. Y si dormís en un camping francés y el dueño del mismo puede llamar para reservar en el refugio, también tendréis posibilidades de que haya plazas libres.

Tened en cuenta que la gasolina en Francia es más cara que en España, por tanto, si podéis, llenar el depósito en la Jonquera.

Material necesario

Mochila de 45 litros, o de [60 litros si se tiene que llevar saco, esterilla y tienda.]

Cubre mochila.

Cintas.

Un par de mosquetones de seguridad.

Elemento rappelador: ocho o píu.

Arnés.

Polainas.

Crampones.

Cuerda, la longitud variará en función de los componentes que integren la cordada, y el grosor es a voluntad, a más grosor tendremos más seguridad a costa de llevar más peso.

[Esterilla, saco y tienda si no se va a los refugios.]

Cantimplora.

3 pares de calcetines gordos y otros 3 de ropa interior.

2 o 3 camisetas térmicas, su número dependerá de su peso, de su volumen y de lo que huelan de mal cuando se suda.

Pantalones invernales.

Gore-Tex® con forro.

Guantes para las manos, si puede ser que sean dobles.

Un par de gafas de sol.

Gorro de lana y gorro normal para el sol en el primer y segundo tramo.

Piolet para el tercer tramo y palos para el primer tramo.

Pantalón impermeable y malla térmica, por si hace mal tiempo o frío.

Unas buenas botas de montaña.

Casco.

Crema solar y protector labial.

Puede ser útil un termo para que el agua no se nos congele.

Bolsas de plástico.

Cámara de fotos y/o video.

Dinero para el viaje en coche, para el camping o hotel donde vayamos a dormir, para el Tramway y para los refugios.

Bandera para la foto de la cima.

Móvil.

Brújula, GPS y mapas.

Frontal con pilas nuevas.

Pilas de reserva.

Tarjeta Federativa por si tiene que haber algún rescate y para los descuentos de los refugios.

Toallitas húmedas.

Crema hidratante.

Botiquín con tiritas Compeed®, manta térmica, Paracetamol® o aspirina, vendas, crema antirozaduras.

Silbato.

Navaja.

La comida que cada cual crea necesaria, las barritas energéticas y los dátiles sin hueso no pesan demasiado y nos pueden sacar de algún que otro apuro. Si comemos en los refugios evitaremos tener que llevar demasiado peso.

Sobrecitos de Tang por si fundimos nieve.

Infiernillo y bombona de gas por si no queremos comprar agua en los refugios.

Suerte, optimismo, mucho compañerismo y la colaboración total entre todos los componentes de nuestra cordada.

by Maligno

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