Eran eso de las 8 de la mañana cuando salgo de Molins para reunirme con el resto del grupo en el Bruc a las 9 de la mañana en el bar indicado.

Fuimos llegando todos, sólo faltaba Claudine, pero mientras esperábamos decidimos ir a pegarnos un buen desayuno para afrontar el reto del día con fuerzas. Claudine llegó al poco rato, otro bar del pueblo que tenía un nombre muy parecido la despistó, pero su buena orientación al final la llevó al bar bueno.

El desayuno fue potente y cómo no, empezaron las charlas sobre temas montañeros que sirvieron para romper el hielo entre los veteranos, los menos conocidos y los que se estrenaban ese día en el grupo como era mi caso, después de estar apuntado desde hace bastante en el grupo, pues ya tocaba apuntarse a alguna salida, pero más vale tarde que nunca.

Después del desayuno nos rejuntamos en dos coches para acercarnos al punto de salida del camino que nos llevaría al inicio del barranco, camino que se nos presentó un poco peleón pero que al final conseguimos llegar al refugio Vicenç Barber y desde el ya fue fácil localizar las dos fitas que indicaban el camino al barranco y que discurría por un bonito sendero bastante boscoso, hasta llegar a unos grandes bloques donde técnicamente empieza el descenso con varios pequeños resaltes.

Y llego el primer rápel, surgieron las dudas de si era de 15 metros como ponía la reseña o más, que si la cuerda se quedaría corta, como no, Darío se ofreció para alargar la cuerda con unas de sus técnicas especiales que nunca nos ha descubierto, son un secreto muy bien guardado, mirad cómo de bien guardado, que es más secreto que las fórmulas de magia del Harry Poter.

Al final mejor poner una cuerda más larga y andando. Bueno, mejor dicho "y descendiendo".

Después vinieron unos rápeles estrechos de menor envergadura de 6 y 7 metros respectivamente, después de este último rápel de 7 metros el torrente se abre formando un verdadero balcón y nos ofrece una vista espectacular de la parte oriental de la montaña.

Desde él, mientras esperábamos el turno para bajar, podíamos observar los escaladores como progresaban rápidamente en las paredes de en frente.

En este balcón encontramos un pasamano y la cabecera del rápel más alto del descenso, el de 42 metros, seguido de uno de 15 metros, nosotros enlazamos los dos rápeles ya que llevábamos cuerda suficientemente larga.

Ah, y no puede faltar el comentario de que justo en el pasamanos que lleva a este rápel nació Espárrago-Man, para saber sobre este interesante fenómeno os remito de nuevo a las fotos.

Después llego el rapel de 22 metros, mientras nos preparábamos para bajarlo algunos intercambiamos conocimientos con los más veteranos de las diferente técnicas de autobloqueo que conocíamos.

Este rápel finaliza este primer tramo del barranco, que nos llevo a un pequeño resalte equipado con una cuerda fija, la cual también aprovechamos algunos para practicar técnicas que se comentaban, pero subiendo por ella.

Tras esto iniciamos el tramo más interesante del descenso, una chimenea colapsada por un caos colgado. Un rápel de 11 metros nos lleva hasta su interior, alguno justo antes de bajar este rapel y ya asegurado y todo, pues justo antes de descender se le ocurrió ofrecernos un fantástico espectáculo para entretener al personal y amenizar un poco más el día.

El rápel nos dejó sobre un bloque, y en él un pasamanos nos acercaba al pozo por el que continuamos el descenso. Desde el otro extremo del bloque sobre el que estábamos podíamos observar por un agujero entre los bloques, los escaladores que progresaban por fuera de la chimenea. Unos suben y otros bajan.

El pasamanos nos ayuda a llegar al penúltimo rápel semi volado de 20 metros que bajando por el pozo nos llevo al interior de la chimenea, encima de un gran bloque que obstruye el “avenc”, desde este punto ya teníamos obertura al exterior desde un último rápel de 22 metros que nos depositó fuera y en la base de la chimenea.

Ahí nos quitamos el material duro, picamos algo de frutos secos e iniciamos el camino de vuelta. Al principio un poco liados por lo sucio de matorrales que estaba el camino, pero entre los escaladores que encontramos (que tenían montados sus paraditas para practicar su deporte) que nos fueron orientando, nuestra intuición y algún GPS de más, llegamos de nuevo a los coches, para volver a nuestras casas a descansar mientras recordábamos esos fantásticos momentos del día.

Croquis

by Josep M. Coll