CANALES DE MARICHALAR E INFANTA ELENA:

Después de mal dormir sobre el duro asfalto delante del antiguo túnel de Vielha, la hora de la puesta en marcha llegó irremediablemente. La primera aventura fue la de preparar el desayuno bajo el caparazón de hormigón del túnel, un hecho insólito hace sólo unos meses.

El camino desde el mismo túnel se hallaba bien servido de nieve helada y poco a poco se iría ganando altura entres bosques deshojados mientras los torrentes de agua acompañaban con su rumor mientras se abría el día.

Otros aventureros se disponían a tomar a asalto del lejano pico de Mulleres adornado con un largo manto blanco. La luz empezaba a hacerse notoria sobre los perfiles rocosos de los picachos agrestes de aquel valle.

Después de pisar nieve helada durante algo más de una hora siguiendo el camino de aproximación a la base de las canales, un alto en el camino se hacía imprescindible. Era menester indumentarse el material pertinente para la buena marcha del asalto a las canales deseando que todo discurriera por cauces de normalidad no exentos de esfuerzo.

Procedimos a tomar la ruta por entre unos espaciados bosquecillos con rampas de una pronunciada pendiente que en algunos tramos se aproximaban a los 50 grados. No estaba nada mal el comienzo, la nieve no se hallaba helada y permitía un avance de cierta viveza.

Se habían establecido dos cordadas la primera la componían David, Silvia y Manuel, la segunda Montse y Jotas. Se echaba en falta a l'Aurore que en el último momento no se decidió a venir, tal vez un cierto respeto a las canales de nieve le impidió unirse al grupo.

Después de superar los resaltes del bosquecillo un pequeño y estrecho valle bien cubierto de nieve nos brindaba ya de forma clara la visión de las dos canales que se debían atacar. La pendiente ya se acentuaba más y correspondía poner toda la atención en el fatigoso avance procurando no pisar la cuerda con los crampones, mientras el guía David con su fortaleza iba abriendo camino dejando traza con profunda huella. El resuello y los gemelos sufrían la dura ascensión a la sombra de aquella ladera helada. En momentos era necesario suavizar la ascensión efectuando algún zigzag en la ruta y sobre todo realizando pequeñas paradas técnicas para reponerse. Tras casi seis horas de marcha, desde el momento de abandonar el túnel, se alcanzaba la parte alta de la canal de Marichalar, todo un goce experimentado bajo los cálidos rayos de un radiante sol que hasta aquel momento no se había sentido en toda la mañana.

La cima de la Fontana de Viehla quedaba a la derecha con pronunciadas rampas de nieve que imponían respeto. Sólo era un desnivel de unos doscientos metros pero valía la pena ascender a ella y disfrutar con el paisaje de los Besiberris, Comaloformo, Mulleres, Monte Toro, etc. A Darío le hubiera gustado estar allí, estoy seguro.

Para la aproximación a la canal de la Infanta Elena era preciso descender unos metros por una más que peligrosa cresta efectuando bajada con cuerdas en un punto. La segunda canal se presentaba con una pendiente de más de cincuenta grados y era prudente bajarla de espaldas clavando con fuerza los piolets en la nieve y a la vez asestar buenos puntapiés a la nieve para buscar base segura de apoyo. Tres horas más de recorrido eran la distancia temporal que nos separaba de la llegada al campamento base, el viejo túnel.

La salida había sido un éxito y volvíamos todos con el cansancio acumulado de rigor sin haber sufrido el más mínimo percance y con el recuerdo de una bella aventura.

Domingo 27 de Enero de 2008.

by Manel Alfambra