Con la tranquilidad de haber encontrado, por fin, nuestra estimada senyera entre las gorras de un recóndito y lúgubre cajón, comenzamos esperanzados nuestra primera excursión del 2004, en principio, un cima fácil y tranquila, pero como veremos y leeremos en la crónica toda excursión en invierno puede complicarse más de lo esperado.
Salimos el Sábado sobre las 6 AM, cogimos la C-58 hasta que ésta se convierte en zona de peaje, nosotros huimos de estas zonas, os recomiendo que hagáis lo mismo, por lo menos hasta que se den cuenta de que no se puede cobrar por ir por una carretera, luego querrán que haya seguridad, ¡JA!, nunca habrá seguridad total mientras cobren por ir por una vía que debería ser de carácter público. Tras esto, nos desviamos hacia Manresa por la C-55, una vez en Manresa, cogemos hacia Berga por la C-16, salimos en Bagà, dentro del pueblo seguimos la indicación de Coll de Pal, seguimos por dicha carretera aún asfaltada hasta llegar al desvío a Gréixer, en dónde empieza el camino sin asfaltar, yo os recomiendo que dejéis el coche antes de coger dicho camino, total, habrá unos 10 minutos andando o quizás menos, además, a medio camino suele haber una cadena que cierra el camino a toda persona ajena a la zona (RUTA --> Llegada: Gréixer).
Llegamos sobre las 8:00 AM, aparcamos el polillo, e intentamos salir del coche, ¡ostras qué frío! Por fin nos decidimos, y salimos de nuestro amado Polillo, comemos algo y preparamos las mochilas para comenzar la subida. En principio, nuestra idea era subir a las Penyes Altes (2276 m) pero como veremos más adelante, los planes suelen cambiar sobre la marcha, y más si tenemos la suerte de poder contar con más de una cima en el camino.
Entre unas cosas y otras, comenzamos la ascensión sobre las 8:50 AM, llevábamos los mapas correspondientes a la zana, pero estos, a pesar de ser de Alpina, no siempre son correctos. Llegamos a Gréixer, y decidimos por dónde subir, descartamos el Canal de la Serp porque no desconocemos su estado y podría sorprendernos con bastante nieve, rodeamos el pueblo (2 casas y una iglesia) por su parte izquierda y tomamos el primer camino que vemos hacia la izquierda (hacia el Coll d'Escriu), que además, nos hace seguir el GR 107, conocido por el 'camí dels bons homes', este GR lo cogemos durante poco rato, ya que enseguida, cogemos un desvío hacia la derecha, el camino es muy bueno y amplio.
Comenzamos a subir por dicho camino, no hay demasiada nieve, pero a medida que subimos, la nieve se adueña más y más del camino, los otros 2 componentes deciden parar y ponerse las polainas, yo, miro hacia arriba y no veo nieve por ningún sitio, así que decido no ponérmelas, ¡mal hecho! En principio, no había mucha profundidad en la nieve, pero poco a poco, iban entrando trocitos de nieve dentro de la bota, y cuando regresé al coche, iba con los calcetines y las botas caladas, a momentos, sobre todo en la parte alta de la excursión, los calcetines y la lengüeta de la bota, estaban con un tomo de hielo, que cada vez que andaba, me iba haciendo más y más daño en el tobillo, pero con todo y con eso, decidí no parar a ponerme las polainas, ¡ya era demasiado tarde!
Tras haber bordeado los barrancos y habernos dirigido hacia la izquierda, encontramos un desvío hacia la derecha, hacia los barrancos, este desvío deberíamos haberlo cogido, pero fiándonos de los mapas, seguimos hacia delante, pronto se nos acaba el camino y vemos que hemos metido la pata en algún sitio; en vez de volver hacia atrás, decidimos enfilarnos hacia las grandes pendiente que suben hacia nuestra derecha, es decir, hacia los barrancos, con tan buena suerte, de que a los 10 minutos de ir subiendo por esta extrema pendiente, nos cruzamos con el camino correcto, señalizado esta vez con fitas.
Seguimos subiendo y subiendo por dicho camino, de pronto, al fondo, entre los árboles, observamos con claridad la cima del Comabona (2547 m), un objetivo que a corto plazo tendremos que conquistar. A cada paso que dábamos, el camino se nos complicaba más, sobre todo debido a los mapas, de momento, parecía que seguíamos el camino correcto, ¿pero cuánto tardaríamos en perdernos? Las fitas continuaban señalando el camino con más o menos asiduidad, cuando no las veíamos, teníamos que organizarnos hasta encontrarlas.
Llegados a una cierta altura, perdimos el camino por falta de señalización, ya que éste tiraba hacia la derecha (tras una especia de bara clavada en una fita) y nosotros nos dirigimos hacia la izquierda, con lo cual, rodearíamos la montaña y subiríamos por su parte trasera, dudábamos de si esto era correcto o no, pero una vez puestos, no había marcha atrás. La panorámica era estupenda, eso sí, pero la pendiente se hacía cada vez más y más fuerte, y las placas de hielo comenzaban a hacer efecto. Veíamos la canal que se abría ante nosotros, Jotas decidió ponerse en cabeza y tirar hacia arriba, 3miles y yo, un poco más rezagados y con cuidado de nos resbalar, ya que la caída podía traer consecuencias no deseadas para ninguno de nosotros.
Una vez superado este primer escollo (bautizado por nosotros como VÍA 'JOTAS'), descansamos y recuperamos fuerzas, aún queda bastante camino por recorrer, allí a lo lejos, divisamos les Penyes Altes, y un poco más cerca, el Moxeirò, entre medio de las 2, un collado, al que intuíamos que tendríamos que llegar. En principio, las fuerzas nos tendrían que llevar hasta les Penyes Altes y después, ¿quién sabe? Yo no había tomado casi nada de alimento, atrás quedaba la última excursión hecha al Puigmal (más de un mes), y mis piernas comenzaban a flaquear, pero decidí que a donde llegaran mis compañeros, llegaría yo también. La panorámica en este punto, con nuestro chico Martini en primer plano, era estupenda, un día clarísimo, y un sol radiante, pero la claridad del día era debida al viento que nosotros estábamos sufriendo, que iba siendo más fuerte a medida que subíamos más.
Caminamos por la ladera hasta llegar al collado, nos cruzamos con otro montañero que debía ser de por la zona, ya que se conocía muy bien el recorrido, incluso nos dio algún que otro consejo, del cual tomamos buena nota, pero, pudo ser el viento el que en la bajada hizo que se nos borraran de la mente los sabios consejos de este buen hombre.
Descansamos mínimamente de nuevo, y parlamentamos si seguir hacia les Penyes Altes o hacia el Moixerò, el resultado, seguir hacia les Penyes Altes, mis fuerzas no iban muy finas, pero decidimos seguir hacia lo difícil, o sea, hasta les Penyes Altes. A media que avanzábamos, la nueva panorámica que se nos mostraba, era una maravilla. Una vez terminada la primera rampa, volvemos a juntar el grupo y volvemos a parlamentar, el viento no cesaba, era bastante fuerte, las fuerzas iban justas y se nos echaba el tiempo encima. La decisión fue desistir en el intento, otra vez será, pero nos quedamos cerca, muy cerca. Pero claro, no nos podíamos ir con las manos vacías, y menos teniendo tan cerca como teníamos el Moixerò, ¡A POR ÉL!
Hacemos un alto en el camino, reponemos fuerza (falta me iba haciendo), comemos galletas, reponemos líquidos, ... seguimos contemplando el paisaje de nuestro alrededor, ¿qué es aquello del fondo? ¡Montserrat! Y un poco más a la izquierda, ¡la torre de Collserola! 250 km de distancia, y tan cerca de nosotros, un poco más lejos, podíamos contemplar perfectamente el mar. Debido a la poca resolución de la cámara, en la foto no lo veréis muy claro, pero nosotros sí que lo vimos 'in situ'.
Bajamos nuevamente hasta el collado y emprendemos la nueva subida que ante nosotros se interponía, tras unos 25 minutos, llegamos a la cima, unas 4 horas había durado nuestra subida hasta allí. De nuevo, la panorámica, no tenía igual.
Comenzamos la siempre pesada bajada, intentábamos seguir las indicaciones dadas por el montañero con el que nos habíamos cruzado en la última parte de la subida, pero en algún momento tuvimos que meter la pata. Ante nosotros se abría una bajada que en algún momento podría llegar a ser peligrosa, ya que estaba llena de nieve y barro bastante resbaladizo, mirábamos hacia arriba y comprobábamos como el viento seguía azotando en el collado.
Continuamos bajando, desconocíamos el momento en que teníamos que girar a derecha, las fitas nos llevaron a esta confusión, el consejo del montañero, era ir hasta un punto que nos indicó (y que olvidamos) y girar hacia la derecha. Nuestra cara cambiaba por momentos, yo recordaba las noticias que en estos mismos días habían ilustrado tantos telediarios de tantos montañeros perdidos o muertos por avalancha, aunque no lo comentaba en alto para que la preocupación no se adueñara del grupo, la procesión iba por dentro; no teníamos miedo por las avalanchas, pero sí a perdernos y tener que pasar allí la noche.
La bajada, se fue cerrando y cerrando, y nos fuimos introduciendo en un bosque cada vez más y más denso, la bajada seguía siendo de fuerte pendiente, ahora las ramas se escondían bajo la nieve y nos trababan los pies, produciéndose múltiples pequeñas caídas, encima de nosotros, las ramas aéreas, se iban cerrando sobre nosotros, había que andar con cuidado para no darnos un golpe en la cabeza, seguíamos bajando y bajando, a veces incluso teníamos que abrirnos paso entre múltiples matojos y zarzas, fue toda una experiencia (aunque espero no volver a repetirla), llegamos un punto en que delante nuestro sólo había abismos en forma de barranco, justo los que habíamos bordeado en la subida, decidimos entonces girar nuestros pasos y encaminarlos a la derecha, entre matojos, árboles, raíces, nieve, agujeros, ... nos fuimos abriendo camino hacia la derecha, con la intención de cruzarnos con el camino bueno, pero esto no sucedía.
Bajo nosotros sólo había barrancos, pero llegamos a otro punto en que la montaña no nos dejaba seguir hacia la derecha, así que tomamos el único camino que nos quedaba, subir de nuevo por una canal con una pendiente muy fuerte, con muy poco agarre y ayudándonos de los bastones, fuimos subiendo y subiendo, la tierra resbalaba, había zonas complicadas en las que podríamos haber sufrido un disgusto, pero como en todo túnel, al final del mismo siempre se encuentra la luz, y después de mucho subir y subir, nos cruzamos con el que parecía el camino bueno, por lo menos había fitas.
Continuamos por el mismo, tenía toda la pinta de ser el camino correcto, íbamos hacia la derecha, ya fuimos encontrando punto conocidos y que recordábamos en la subida, la cara nos fue cambiando de color ¡no tendríamos que dormir en plena montaña! Seguimos bajando y bajando, ya por camino totalmente conocido, a lo lejos contemplábamos en pueblo (ahora maravilloso) de Gréixer, y un poco más allá nos esperaba con toda tranquilidad el Polillo, ¡qué alegría más grande cuando le vimos! Y nuevamente, daremos por buena la subida al Moixerò.
En principio, si se hace bien, no es excesivamente larga y puede calificarse de Baja, pero el camino es bastante complicado y es muy propenso a provocar más de una pérdida, además, al hacerla en pleno invierno, implica que haya bastante hielo en las rampas por las que hay que subir, el viento es un factor a tener en cuenta, sobre todo en la parte final, ya que estaremos expuestos todo el tiempo a él
by Maligno