Salimos de Barcelona
sobre las 3:00 AM de un bonito Sábado, cogimos la N-II y la dejamos en la
salida 458 (Barbastro), luego, cogemos la N-240 hasta Barbastro, en cuya entrada
cogimos la N-123 durante 8 Km y medio, tras esto nos encaminamos por la A-138
hasta Ainsa, aquí cogeremos la N-260 y tras 40 Km, la A-135 hasta Torla, en
total se puede tardar unas 4 horas y media.
Una vez en este punto,
aparcamos en uno de los parkings habilitados a tal efecto (1032 m de altura),
por supuesto, pagando, todo lo que no había que pagar estaba completamente
ocupado, y al parecer, en este pueblo, aprovechan todo lo que pueden la
temporada para sacar toda el dinero que puede de los aventureros, domingueros,
... cosa con la que no estoy de acuerdo, pero bueno.
Tras esto, preparamos
tranquilamente las mochilas y todo el equipo para subir, saco, comida, ... hay
que ir bien preparados. Cogemos un autobús que nos llevará hasta la pradera de
Ordesa de donde comenzaremos nuestra aventura (1310 m de altura), aún nos
quedan 2045 metros de desnivel, ¡todo un reto! El paisaje por el cual
pasábamos con el autobús ya nos indicaba que esta excursión sería una
maravilla natural, ya
que eran dignos de cualquier postal paisajística. El precio de dicho autobús es de unos tres euros (ida y
vuelta), que en contra de nuestra voluntad tuvimos que donar para la causa, ya
que, a partir del puente de los Navarros, el tránsito estaba cerrado para todo
tipo de vehículo que no fuera dicho autobús.
Una vez en la pradera,
intentamos visualizar sobre el mapa, la
ruta a seguir, una vez decidida ésta, nos colocamos las mochilas al hombro
y comienza la
caminata.
Decidimos comenzar la
subida por la senda de los Cazadores, esta senda se desvía, nada más comenzar
la caminata, a la derecha, pasamos un puente que cruza el río Arazas, y
comienza una subida muy pronunciada y exigente, ya que sube mucho en poco tramo,
y peligrosa debido a los
desprendimientos que allí suceden; tras
multitud de zig-zags, esta subida desemboca en el Mirador de
Calcilarruego,
a 1950 m de altura, con lo cual, habremos salvado unos 640 m de desnivel en una
hora y media más o menos.
Desde aquí, la vista
es estupenda, podemos contemplar la pradera desde la cual hemos salido, la ruta
Dominguera que sube hasta Cola de Caballo (por donde nosotros haremos
nuestra bajada final), el Cañón de Ordesa, el Gallinero,
la faja de las flores, el Tozal de Mallo, e incluso, como colofón final, si el
tiempo lo permite, se puede observar, allí a lo lejos, la estupenda Brecha de
Rolando, nosotros tuvimos poca suerte y medio la vimos, ya que el tiempo no nos
permitía observar todo lo que nosotros queríamos.
Hasta llegar a Cola de
Caballo (1850 m), aún quedaban unas 2 horas y 30 minutos, así que nos pusimos en
camino, el sendero no tiene pérdida, está muy bien
marcado, y a pesar de que
se acerca mucho al barranco que se encuentra a nuestra izquierda (según vamos a
Cola de Caballo), no tiene ningún tipo de peligro. Dicho camino, no tiene
fuertes desniveles, es casi plano, tiene alguna subidita y bajadita, pero nada
que resaltar, el desnivel ya lo hemos salvado al comienzo de la ruta de los
Cazadores, en la subida a Calcilarruego. Por el camino, podremos contemplar el
esplendor de las gradas y del gran circo de Soaso (1800 m). De frente, los
3 Sorores.
Al llegar a las paredes
de dicho circo, podemos optar por 2
rutas, una, seguir por la senda por la que
vamos, y dos, bajar hasta cola de Caballo, contemplar su gran belleza, y subir
por la clavijas de Soaso, según comentan, hay un único paso un poco difícil,
y si se lleva mucho peso a la espalda, puede ser un poco expuesto. Nosotros nos
decidimos por la primera opción y continuamos por la senda, ya bajaríamos al
día siguiente a cola de Caballo.
El sendero vuelve a
tomar altura, con el consecuente desnivel a salvar, se empieza a hacer durillo,
ya que son varias horas de caminata en las piernas, hay mucha piedra suelta, y
se dificulta un poco el caminar, la senda zig-zaguea mucho para poder salvar
todo el desnivel con la mayor comodidad que sea posible.
Tras este primer zig-zagueo
y con la esperanza de ver pronto el refugio, comenzamos a pasar por una zona
bastante plana que finaliza al llegar al barranco de Góriz, en dicho punto,
comienza de nuevo otra subida en zig-zag que salva otro fuerte desnivel. Las
vistas son estupendas, sobre todo del circo de Soaso que, ahora, queda a nuestra
espalda.
Las fuerzas ya
flaqueaban y el cansancio empezaba a hacer su efecto, rezábamos porque
estuviéramos cerca de Góriz,
pero hasta el último momento, no surge de la
nada dicho refugio, a nuestra derecha, y bajo el Monte Perdido y el Cilindro,
allí se encontraba majestuoso, el refugio de Góriz (2160 m), el sendero no paraba de
seguir subiendo, pero ahora el desnivel a salvar era menos, y la alegría de
tener delante de nosotros el refugio nos alentaba para seguir por la pradera en
la que nos encontrábamos.
Al fin el
refugio,
buscamos un lugar donde poder pasar la noche, por supuesto, el refugio está
hasta la bandera en plena temporada excursionista, y para reservar plaza, hay
que llamar con muchísima antelación, nosotros íbamos preparados para
practicar un Vivac en toda regla. Tras mucho buscar encontramos un sitio en que
más o menos se podía estar. Extendimos las esterillas y los
sacos, el día
seguía empeorando por momentos, cenamos tranquilamente, y comenzó a chispear,
¡buf!, hora de decisiones, ¿qué hacer? Arriesgarnos y quedarnos, o acercarnos
al refugio a ver si había algún sitio libre, pues bien, desmontamos el
chiringuito y nos acercamos al refugio por si empezaba a arreciar la lluvia.
Tras habernos acomodado
cerca del refugio y metidos en los sacos, ¡comenzó el Festival! Comenzó la
lluvia, recogimos el material y corriendo para dentro, una vez dentro, dejó de
llover y volvimos a salir, ya que adentro no había excesivo sitio para dormir,
pero al momento volvió a llover, nos arrimamos a la pared del refugio, pero no
había manera, nos mojábamos igual, eran ya sobre las 22:00 PM, la gente estaba
durmiendo dentro del refugio, y nos metimos en el sitio de las taquillas, nos
tumbamos en el suelo y apagamos los frontales, comencé a escuchar un ruido por
encima de las taquillas, luego lo escuché bajar y luego lo escuché detrás de
mí, en ese momento, encendí mi frontal y allí estaba ella, una preciosa rata
silvestre, me levanté rápidamente, no me dan miedo, pero eso de dormir con un
bichito alrededor tuyo, no me convence, se lo comuniqué al resto de
aventureros, y decidimos salir fuera, parecía que había dejado de llover, pero
al momento volvió a llover, y tuvimos que entrarnos al comedor del refugio,
unos bajo mesas, otros en los
bancos, la gente de las tiendas comenzó a acudir
también, ya que la lluvia no cesaba y alguna que otra tienda no lo logró
aguantar.
Una vez en el comedor,
comenzó el rato de risas nocturnas, eran las 00:30 AM, ¿tendríamos fuerzas
para levantarnos al día siguiente y coronar el Monte Perdido? Tras las risas
comenzó el silencio, exceptuando los guardas del refugio que estuvieron de
cachondeo hasta bien entrada la noche, sobre las 2:00 AM o más ... pero no
podíamos decirles nada, ya que éramos unos tristes refugiados que debían
estar agradecidos como mínimo. Comentar también, que previamente hablamos con
uno de los guardas y le comentamos el tema 'lluvia', le dijimos que si habría
algún problema en que entráramos al refugio si llovía, nos dijo que bastante
más abajo del refugio había unas cuevas y que podíamos ir allí antes de que
lloviera ¡sin comentarios! Que cada uno saque sus conclusiones, nosotros no le
hicimos caso, el cansancio ya podía con nosotros y optamos por
'colarnos' al refugio como todas las personas que no pudieron aguantar
la lluvia, ¿no están para esto los refugios? Parece que en Góriz no saben muy
bien para qué son. Yo le doy un 0 en todo al refugio, eso sí, le doy gracias
por estar allí, sino sería difícil hacer la cima.
Cayeron 3 tormentas
eléctricas por la noche, como para haberse quedado fuera, a las 5:00 AM los
guardas nos levantaron, ya que estábamos ocupando el comedor, y se tenía que
empezar a desayunar, nos levantamos, y como había dejado de llover, nos
tumbamos en el mojado suelo exterior un rato más, por lo menos hasta que la
claridad nos despertara. Repito y reitero mi nota al refugio, ¡un 0! Eso no es
un trato permisible para los pobres excursionistas que allí se acercan.
Nos levantamos sobre
las 6:30 AM, recogimos todo, desayunamos y preparamos una bolsa con el material
que no subiríamos (saco, esterilla, ...) y lo dejamos recostado en una de las
paredes exteriores del refugio, por supuesto, dentro no querían que dejáramos
nada, y no se hacían responsables de nada. El día seguía amenazando lluvia,
pero aún así, nadie de los que allí había quiso retroceder ni un ápice,
así que Rocs&Pics tampoco lo iba a hacer.
Desde bien temprano,
los distintos grupos iban preparando todo el material para la subida, así lo
hicimos nosotros también, aunque más lentos porque el cansancio acumulado y el
trasiego de la noche hacía mella. Con las mochiles al
hombro, localizamos
nuestro objetivo, la cima del Monte
Perdido, 4 Km y 1195 metros de desnivel
(unas 3 horas) nos separaban aún de dicho objetivo. Comenzamos nuestra
ascensión, primeramente seguimos el rumbo indicado en un cartel de madera,
después, nos vamos guiando por las múltiples fitas del camino.
Para comenzar, rodeamos
un escalón que encontramos a nuestro paso, tras esto comenzamos a seguir las
fitas de piedra que vamos encontrando, esto nos encamina por una ruta que va
ascendiendo por unos neveros que están entre el Cilindro y el Monte Perdido,
las vistas son impresionantes, cruzamos pequeños
riachuelos, grimpamos por
alguna que otra pared y subimos las tarteras que se pusieron a nuestro paso.
Tras un largo camino
recorrido, llegamos al ibón más alto de todo el
Pirineo, el Ibón del Monte
Perdido (2980 m), en esta época aún no se encuentra helado. Dicho ibón se
encuentra justamente entre el Cilindro (3325 m) y el Monte Perdido (3355 m), a
los pies de dichas cimas, allí reposa dicho ibón de aguas puras y cristalinas.
Desde este punto vemos en toda su extensión el camino que aún nos queda por
recorrer (unos 45 minutos hasta la cima), la última tartera y la más
peligrosa, sobre todo en su parte final. Al comienzo de dicha tartera, un cartel
nos advierte del peligro que podemos encontrar en la subida que aún nos resta.
Apenas encontramos
nieve en el camino que va por la tartera, tan sólo hay pequeños trozos por los
que los excursionistas no pisamos, ya digo que el camino está bien marcado y no
hay lugar a dudas. A medida que vas subiendo, vas notando la falta de Oxígeno,
el cansancio se apodera del cuerpo, y tan sólo la mente es capaz ahora de tirar
de todo el cuerpo, Jotas iba más adelantado, Alberto y yo nos lo tomábamos con
más calma, y así disfrutar aún más, si cabe, de todo nuestro alrededor,
queríamos empaparnos de todo nuestro entorno. Hay que asegurar muy bien los
pies, ya que los resbalones son muy frecuentes, sobre todo, a medida que vamos
subiendo por la tartera, ya que la pendiente de ésta es cada vez más y más
fuerte, y como bien se sabe, las partes altas de las tarteras están compuestas
únicamente de gravilla, gravilla que al pisarla suele resbalar y caer hacia
abajo, por eso hay que poner especial atención.
Una vez superada la
tartera final, y no habiendo visto la tan ansiada
escupidera (situada en dicha tartera), famosa sobre todo debido a su fama de más mortífera de los Pirineos, pero en
esta época si se espera mucho de la escupidera nos podemos llevar un gran
chasco, ya que la falta de nieve nos hará prácticamente imposible su visión. Tras la tartera, giramos hacia
nuestra derecha, hacia la tan ansiada cima.
Al final, alcanzamos la
cima, las vistas de los valles colindantes no era muy buena, ya que las nubes no
nos abandonaron en ningún momento y amenizaron todo nuestro camino, aunque
pudimos disfrutar un poco de la
vista de la cara N y de la vista de nuestro vecino, el
Cilindro. Pero lo
habíamos conseguido, allí estábamos, a 3355 metros sobre el nivel del mar. Lo
habíamos hecho, y ya eran tres los colosos los que habíamos conquistado de los
Pirineos: El Aneto (3404 m), el Posets (3369 m) y el Monte Perdido (3355
m).
Pendiente queda el Mulhacén (3483 m), el más alto de la península, pero de
fácil acceso y conquista.
Descansamos y reponemos
fuerzas en la cima, nos hacemos las fotos de rigor
y comenzamos la
bajada, hasta
Góriz, unas 2 horas de bajada, pero al
final llegamos sin ningún tipo de problema, volvemos a rehacer los mochilones
con el equipo que habíamos abandonado en nuestra subida (saco, esterilla, ...),
volvemos a reponer fuerzas, descansamos otro rato y volvemos a retomar el camino
de vuelta. Abajo en el valle reinaba el buen tiempo, y el sol nos castigaba con
fuerza, intentando deshidratarnos todo lo que podía.
Jotas volvía a
distanciarse en su maratón particular, Alberto y yo, íbamos disfrutando y
sufriendo el camino de vuelta, pero aún así, decidimos acercarnos hasta la
Cola de Caballo y hacernos las correspondientes fotos, desde aquí comienza mi
penosa bajada, el camino era inmenso, una interminable llanura se ponía ante
nosotros, aquello parecía no tener fin. Jotas iba
delante, Alberto un poco
retrasado haciendo fotos, yo entre ambos, el sol me había castigado con fuerza
y la debilidad me fue atrapando, el cuerpo no podía más pero la mente seguía
tirando del cuerpo, tras un rato de caminar en solitario, Alberto me adelantó,
bajaba corriendo para ver si podía coger al Jotas, yo intenté seguirle, pero
lo dejé por imposible, me volví a quedar sólo, en el silencio, entre los
árboles que ahora me rodeaban y entre los múltiples saltos de agua que había
a lo largo del camino, ¡había que seguir! Me iba cruzando con gente que subía
hacia la Cola de Caballo, les iba preguntando lo que quedaba para llegar a la
pradera donde coger el autobús, pero las noticias que recibía no eran muy
alentadoras, con la cabeza baja y mis ojos clavados en el suelo, seguí
caminando, 1 hora, 2 horas, ... aquello fue eterno, pero tras cruzar un puente,
vi que el camino se me hacía más familiar, ya estaba muy cerca. Por fin, la
pradera ante mí, al fondo mis 2 compañeros de
aventura yacían plácidamente esperándome.
Desde aquí cogimos de
vuelta el autobús que nos llevó al coche, y de aquí, regresamos a nuestra
Barcelona querida, aunque no sin peligro, ya que el cansancio hizo mucha mella,
sobre todo en mí, y la conducción de noche, se hizo también muy larga y
pesada, incluso veíamos cosas en la carretera que ni siquiera existían,
nuestra mente nos jugaba malas pasadas. ¡Aunque al final llegamos!
¡OBJETIVO CONSEGUIDO!
Lo normal es hacerla en dos días, ya que el recorrido es muy largo, la
vuelta se llega a hacer eterna, y dependiendo del momento en que se vaya, puede
haber bastante peligro en la tartera final o incluso en la parte superior de
dicha tartera, lo que se denomina 'escupidera', es punto con más
mortalidad de todos los pirineos, en dicho punto, si resbalas, como bien dice su
nombre, la montaña te escupe hacia una caída mortal. La forma física es
importante aunque no definitiva, nosotros recomendamos ir en una buena forma
física, es recomendable haber hecho algo de Trekking antes de afrontar dicho
reto, puede llegar a ser muy duro para gente con o sin experiencia.
by Maligno