El sábado día 29 de mayo sobre las 7:15 de la mañana empezó la aventura. Dos expedicionarios armados hasta los dientes con crema protectora solar se dirigieron al punto de salida, un parking en L’H, para iniciar el camino hacia la comarca del Matarraña (Teruel). Tras 3 horas de confinamiento en el coche y una pequeña parada en Calaceite, llegaron al Hostal Querol en Valderrobres, donde afortunadamente el día anterior encontraron una habitación. Todos los intentos en casas de turismo rural habían sido infructuosos.

El primer objetivo era remontar el río Matarraña y una vez dejadas las cosas en el Hostal y cargadas las mochilas nos dirigimos a Beceite donde empezaba la pista que nos aproximaba al inicio de la excursión. El recorrido es fácil y aunque no bien indicado no tiene perdida ya que consiste en ir remontando el río bien por la derecha, bien por la izquierda utilizando en algunas ocasiones pasarelas, en otras troncos y cuando no saltando de piedra en piedra cual cabra. Después de una hora teníamos que haber llegado a las Gubias del Parrisal, pero el paisaje invitaba a recrearse y nos lo tomamos con mucha calma, así que cuando llegamos ya era la hora de comer. Entonces decidimos quitarnos las botas y calzarnos las chanclas. No conseguimos avanzar mucho, pero lo que vimos fue increíble el río se cerraba de golpe y creaba un estrecho fantástico, formado por grandes farallones rocosos. La zona estaba desierta, qué paz!, nos bañamos en sus cristalinas aguas y recuperamos fuerzas. Aquí abandonamos nuestra exploración, dado que el caudal del río era importante y no permitía continuar la remontada, la alternativa se llama camino del Romeret y implica una grimpada por la montaña utilizando para ello unas cadenas instaladas para asegurar el paso. Nosotros ya teníamos bastante con lo que habíamos visto: paredes extraplomadas, cascadas y pozos naturales de aguas cristalinas, además de una vegetación exuberante.

Nos gustó tanto que el segundo día decidimos remontar el río Ulldemó. Este es un recorrido menos conocido y dado que madrugamos no encontramos a nadie hasta la vuelta. Queríamos llegar a las Gúbias del Regatxol, pero no lo hicimos, primero porque ante nosotros no dejaban de aparecer pozas de agua cristalina que nos invitaban a sumergirnos una y otra vez en ellas, segundo porqué el camino es bastante perdedor y el mapa Alpina que llevábamos insuficiente para poder orientarnos correctamente, y en tercer lugar porque en el cielo aparecieron unas nubes preocupantes para encontrarnos en el seno de un río. Así que hacia la una decidimos dar media vuelta y regresar a disfrutar de un nuevo baño. A las 4 llegamos al coche justo cuando empezaba a llover. Ya en el hostal una ducha y después un paseo por el pueblo con visita incluida al castillo y a la iglesia.

El tercer día teníamos pensado ir a seguir el curso del río Pena, pero en nuestro camino se cruzó una librería donde David se compró un libro de rutas y un mapa de la zona de la editorial Piolet, y donde el vendedor nos recomendó dirigirnos a Arnes, para visitar els Estrets. Y así lo hicimos. En esta ocasión no hubo baño, aunque si sumergimos nuestros pies en el agua del río. El recorrido se puede hacer en unas tres horas y recorre el margen del río Estrets, primero por una zona donde el río va encañonado, con elevadas paredes de conglomerados a ambos lados y después por el fondo de un valle más amplio. Un paseo agradable para un fantástico fin de semana.

Sólo queda decir, hasta la próxima ...

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