Aventura en los picos Cauarère y Culfreda.
Tras 9 horas de actividad estábamos
nuevamente en el parking del refugio libre de Tabernes (1740 m.). Algunos más
cansados que otros, pero contentos de haber conseguido el objetivo planteado
por los amigos de Rocs&Pics, las cumbres de los picos Cauarère (2901 m.),
Culfreda SW (3034 m.), Culfreda Central (3028 m.) y Culfreda NE (3032 m.).
Después de estar más de un año inscrito
en la lista del grupo se me presentó la oportunidad de poder acompañarlos
en una de sus salidas a la montaña. Tenía muchas ganas de conocerlos
en persona y disfrutar de una salida a la montaña.
Durante la semana realizamos las coordinaciones a través
del foro del grupo. Seríamos 7 los montañeros que formábamos
el grupo que intentaría coronar las cumbres propuestas. Darío
Naranjo "Maligno", Javier Borrás "BorriX", Juan
María Sánchez "la Naranja Mecánica", Núria
Gaxas "La dona de ferro", Sergio Molina "Tarzán",
Rebeca y Marco Vega "Terminator". Éramos 7, un número
mágico según Eli, mi esposa, también es el día de
su cumpleaños y el de mi pequeña Sara Lucía.
El plan era salir el Viernes 25 por la tarde desde la estación
de la UAB, e ir a dormir al albergue Borda Miguela en Saravillo - valle
de Chistau (Huesca). El Sábado por la mañana ir en coche
hasta el parking del refugio libre de Tabernes, punto de inicio de la actividad,
coronar las 4 cumbres retornando luego al punto inicial. Pasaríamos la noche del Sábado en
el albergue nuevamente para retornar el Domingo por la mañana a Barcelona.
Llegué al punto de reunión 15 minutos antes de la hora
acordada, llamé por el móvil a Darío, preguntándole por
el punto exacto de encuentro (era la primera vez que estaba en la estación
de UAB). Una vez reunidos Darío, Núria y yo, fuimos al encuentro de Javier,
Sergio y Rebeca. Serían pasadas la 18:30 cuando emprendimos en dos coches el
camino hacia el pueblo de Saravillo, Juan María nos daría el alcance
en el Albergue.
Llegamos al albergue casi a las 23:00 horas, el encargado nos
indicó la habitación donde los 6 pasaríamos la noche, “Juanma”
dormiría en otra habitación debido a que las habitaciones eran de 6 personas. Cenamos los que cada uno había
llevado (bocatas, fruta, zumos, tortillas, macarrones,…) Había
buen ambiente en el grupo, me gustó la camaradería que había entre
los integrantes del grupo. Antes
de irnos a dormir, pusimos el despertador a las 06:00 horas.
El sábado nos despertó el sonido de los relojes,
aunque en el pueblo sonaban las campanadas de la iglesia cada hora, pude contar
los de las 5 y 6 de la mañana. Alistamos lo necesario para ir a la montaña,
bajando luego al comedor del albergue a desayunar. Cuando nos encaminamos a
buscar los coches, se sentía el aire frío de la mañana.
En aproximadamente 30 minutos hicimos el tramo de Saravillo al parking del refugio
de Tabernes, el último tramo se hace por una estrecha carretera afirmada que
no está en buen estado de conservación. Mientras nos alistábamos para
emprender la caminata se
dejaba sentir el clima frío de la montaña.
El
reloj marcaba las 8 menos 5 de la mañana cuando emprendimos la caminata,
a lo lejos podíamos observar al Cauarère
y los Culfredas. Daban la sensación de estar relativamente cerca,
pero tendríamos que subir más de 1200 metros para llegar a coronar
sus cumbres.
El camino bien demarcado y en buen estado, facilitaba nuestro
avance, poco a poco íbamos entrando en calor. Llegamos a un punto donde
el camino se bifurcaba (el Vado del Bachimala, característico por su pluviómetro), tomamos el de la izquierda, que nos llevaría
al puerto de la madera. Empezaba una ligera pendiente que exigía un poco
de esfuerzo, empezó a darnos el sol. Nos íbamos turnando en ir
a la cabeza, Núria, Juanma y yo. Aproveché una parada técnica para ponerme
un poco de crema solar.
Sergio nos informó que Rebeca había decidido volver
al punto de inicio porque tenía una migraña que le causaba mucha molestia
y que le había impedido descansar durante la noche. Darío comentó “que
ahora no tendría justificante para ir al final” las vacaciones
en el Caribe empezaban a pasarle factura.
Llegamos
luego a un mirador, que está a unos 70 metros del camino, desde ahí
se tiene una hermosa vista de las montañas que hay alrededor, también
se puede ver el parking. Ahora podíamos observar el puerto de la
madera, y parte de la arista que seguiríamos luego para alcanzar la cima
del Cauarère. Algunos tramos del camino tenían más pendiente
que otros. Empezaba a soplar una brisa fría que venía del lado francés
de la montaña.
Darío y Javier habían recorrido este camino en
invierno, cubierto de nieve debió de haberles exigido mucho esfuerzo,
sobre todo al no tener a vista las “fitas” que señalan el
camino. En cambio ahora, todo era relativamente más fácil. Al
haber entrado en calor los músculos de las piernas me fue fácil
encontrar mi ritmo de marcha. Di alcance a Núria que iba en cabeza, tras
andar un poco más paramos
para comer algo, serían cerca de las 09:30 de la mañana.
Poco a poco el grupo se fue reagrupando, el
puerto de la madera se veía más cerca, pero el clima nos creaba dudas,
pues habían empezado a pasar nubes desde el otro lado de la montaña.
El cielo empezaba a taparse, no se sentía mucho calor, y la brisa fría
empezaba a enfriarnos. Cuando Darío nos alcanzó, decidió seguir
de largo, había encontrado su ritmo de marcha.
A las 10:30 de la mañana, con “Juanma” llegamos
al puerto de la madera, veíamos como subía
la niebla de los valles franceses. Mientras tomábamos algunas fotografías,
llegó Darío. Intercambiamos entre los tres impresiones sobre
el tiempo, Darío nos dijo que siguiéramos avanzando, los demás
ya estaban cerca de llegar al puerto. Soplaba un viento que me obligó a ponerme una
capa de abrigo, las manos acusaban este cambio de temperatura.
Reemprendimos la ascensión por el lado izquierdo de
la cresta, el
camino se hacía mas empinado. Por momentos íbamos
por encima de la cresta y luego cambiamos al lado izquierdo, derecho y así
sucesivamente. Hicimos un alto a mitad del camino entre el puerto y la cumbre
del Cauarère. Algunos reflejaban en sus rostros el esfuerzo de esta ascensión.
Núria fue la primera en empezar la última fase del ascenso,
coronando
la cumbre del Cauarère pasadas las 11:00 de la mañana, luego llegué
yo y después el resto. La cumbre estaba cubierta de neblina,
no sé podían ver los Culfredas también tapados por dicha neblina.
Hicimos
la foto de cumbre y luego decidimos seguir hacia las otras cumbres.
Descendimos
por la cresta unos 50 ó 70 metros, luego seguimos por el lado español
del Culfreda, por un camino muy angosto y que seguía una línea
horizontal. Luego cambiaba bruscamente, trasformándose en una fuerte
pendiente en donde se subía trazando eses. Cuando llegamos nuevamente a la cresta, pasamos
al lado francés, había que buscar cuidadosamente el camino a seguir,
las fitas facilitaban un poco esta labor.
Llegué
a la cumbre SW del Culfreda, faltando poco para las 12:00, luego Núria,
Juanma, Sergio, Javier y Darío, este último se encontraba muy cansando. Nos
había costado 4 horas de esfuerzo conquistarla. El clima había
mejorado y se tenía una vista privilegiada de las montañas (El
Monte Perdido, Posets, Bachimala, etc.)
Mientras comíamos llegaron también a la cumbre
un grupo de montañeros. Estuvimos una hora en está cumbre, comiendo,
descansando y planteándonos una ruta diferente de retorno. A las 13:00
empezamos la tarea de conquistar las otras 2 cumbres, pero antes hicimos la
foto de cumbre. Habíamos acordado que si se veía factible,
trataríamos de descender al valle por la arista de la última cumbre.
Luego bordearíamos un pequeño cerro y seguiríamos el curso
del río hasta la quebrada que descendía al punto de bifurcación
que encontramos por la mañana (Vado del Bachimala).
Coronamos la
cumbre central y luego la
cumbre NE. Núria se adelanto para explorar el posible camino, cuando le
di alcance, me pareció posible descender por este lado de
la montaña y así se lo hice saber a ella, Núria también pensaba lo mismo.
Mientras ella descendía retorné un poco para avisar a los compañeros
que intentaríamos bajar por este lado de la montaña. Cuando
noté que ellos nos seguían reemprendí el descenso.
Me apoyaba en los bastones para ir perdiendo altura hasta
que el camino se volvió muy empinado. Los plegué y guardé en la mochila,
seguíamos descendiendo buscando el mejor camino. Alcancé a Núria y luego
la adelanté, en algunos tramos era necesario destrepar algunos metros, en otros
bajamos
de cara al valle. Veíamos en lo alto a nuestros 4 compañeros,
que también estaban concentrados en realizar el mismo trabajo.
Con
Núria descendíamos relativamente rápidos, como caían
algunas pequeñas piedras, nos salimos de la línea de caída.
La roca no era buena, había que comprobar su solidez antes de usarlas
como punto de apoyo. Llegamos
luego a una pedrera de rocas de mediano y gran tamaño. Habíamos
dejado detrás nuestro un descenso donde la adrenalina había subido mucho.
Ahora nos encontrábamos en un lugar seguro, continuamos el descenso hasta
una planicie que se encontraba al pie de la montaña.
Mientras esperábamos la llegada de nuestros amigos
veíamos como iban descendiendo por la montaña. Cuando todos llegaron
a la pedrera, dimos un respiro de alivio, pues ellos también habían
salido de la zona de peligro. Descansamos unos 10 minutos comentando las emociones
vividas durante el descenso de unos 250 metros de desnivel.
Continuamos el descenso siguiendo la ruta planificada en lo
alto del Culfreda, en uno de los descansos, nos dimos cuenta que Núria no
venía detrás nuestro. Mientras Javier volvía a subir para ver que le había
pasado, con Juanma fuimos
a revisar el otro lado del camino que habíamos seguido. Cuando vimos
a Núria, estaba a unos 300 metros por debajo de nosotros. Avisamos a los demás
y continuamos el descenso.
Decidimos cambiar el rumbo del camino a seguir, ya no seguiríamos
el recorrido del río, sino que lo cruzaríamos e intentaríamos
bajar por la quebrada por donde subimos por la mañana. Tuvimos que remontar
unos 50 metros hasta un punto que nos permitió cruzar el río.
Luego ascendimos una pequeña loma, volvimos luego a bajar, seguimos
hasta el lecho de un afluente y lo cruzamos. Volvimos a subir otra loma
llegando a un punto donde se nos presentó dos posibles caminos a seguir.
Uno
era seguir subiendo hasta encontrar el camino que tomamos por la mañana y
que se veía debajo del puerto de la madera. El otro era continuar descendiendo
por el lado de la montaña donde nos encontrábamos (el que veíamos
al otro lado del río cuando subíamos al puerto de la madera).
Juanma, Javier y Núria decidieron ir por la primera opción,
Darío, Sergio y yo por el otro. Darío no tenia ganas de volver
a subir, estaba más cansando que nosotros. Cuando empezamos a seguir por nuestros
caminos, Darío les dijo que nos reuniríamos en la bifurcación
de caminos (Vado del Bachimala), al fondo de la quebrada.
La primera parte del camino lo hicimos rápido, conforme
perdíamos altura se hacía un poco más complicado el camino a seguir. Con Sergio íbamos
buscando el mejor camino a seguir hasta que llegamos a un punto donde nos quedamos
bloqueados. Debajo de nosotros había una plataforma, pero para llegar a ella
teníamos que destrepar una pequeña pared de unos 4 metros de altura.
Le digo a Sergio que yo bajo primero y me dice que no, que el bajaría
primero. Le voy indicando donde colocar los pies y manos durante el descenso,
cuando él llega a la plataforma, continúo yo y al final Darío.
Nos preguntábamos como les estarían yendo a los
demás. Continuamos descendiendo, por esta plataforma buscando
un punto por donde descender a otra plataforma en donde encontraríamos un boque.
Nuevamente llegamos a otro punto donde tuvimos que buscar un lugar para realizar
otra destrepada. Sergio bajo sentado entre un árbol hasta el borde de
una pequeña pared, luego giró a la izquierda y después
en línea recta. El resto seguimos sus pasos, ahora el camino iba cuesta abajo
hasta que llegamos al inicio de bosque.
Sergio me dijo que el adelantaría porque quería llegar lo más rápido al parking para ver cómo se encontraba Rebeca. Me senté a esperar a Darío, cuando él llegó le expliqué lo conversado con Sergio. Darío se había quedado sin agua y le pasé la botella de una bebida isotónica para que bebiera. Descansamos unos 5 minutos y luego retomamos el descenso, procuramos mantener una línea de descenso paralela al río.
En un trecho del camino escuchamos una voz que nos llamaba, pensé que serían los compañeros que habían seguido el otro camino. Seguimos bajando un poco más y vi que era Sergio, quien había cruzado el río en algún punto y ahora se encontraba en el camino que habíamos seguido por la mañana. Luego él nos contaría, que había descendido hasta el río por un sendero que cada vez se ponía más complicado. Las plantas húmedas y lo empinado del camino dificultaban su descenso, tuvo que ayudarse de las ramas de los árboles, para no perder el equilibrio y caer al río. Como él no tenía mote en el grupo, Darío lo llamó "Tarzán".
Ya podíamos ver la otra quebrada, Sergio nos dijo que
no bajáramos al río y que continuáramos paralelo hasta
el valle. Después de 10 minutos se acabó este descenso, llegamos
a un buen camino, cruzamos el río por un puente y nos encontramos con
Sergio. No sabíamos si nuestros compañeros habían pasado
por este punto o no. Le dijimos a Sergio que se adelantara mientras nosotros esperaríamos
unos 10 minutos al resto del grupo.
Cuando se cumplió el tiempo y empezábamos a
movernos hacia el parking, llegaron Javier, Juanma y Núria. Tras intercambiar
las experiencias vividas durante el descenso, continuamos el camino al parking.
Llegamos aproximadamente a las 17:00 horas, nos
sentamos a comer algo y comentar lo vivido durante las 9 horas de actividad
montañera. Estábamos contentos por haber conseguido el objetivo
planteado, 4 cumbres, de ellos 3 tres miles y haber descendido por una ruta
diferente. Para mí la alegría era doble, las cumbres conseguidas
y lo más importante, haber encontrado un buen grupo de amigos montañeros.
¡OBJETIVO CONSEGUIDO!
by Marco 'Terminator'